Una monumental Custodia de oro y plata
Dante E. Zegarra López
El denominado “Tesoro de la Catedral” acaba de establecer, hace poco, un espacio para guardar a la monumental Custodia que anteriormente se encontraba en el Altar Mayor, dentro del ciborio que lo corona.
Elaborada con oro y plata procedente de cálices y otras joyas dañadas de la Catedral fue una obra realizada en España por el joyero real, Francisco de Moratilla. El Cabildo Eclesiástico encargó, como en anteriores oportunidades, a Juan Mariano de Goyeneche y Gamio para que lograse contratar con un orfebre que crease una Custodia acorde con la prestancia de la Catedral arequipeña.
De metro y medio de altura, presenta al centro cuatro torrecillas de estilo gótico elaboradas en oro. Tiene sobre la basa, que simula un castillo con sus torres y agujas góticas, cuatro ángeles trabajados primorosamente en plata maciza. En las cuatro paredes de la basa se muestran aplicaciones de plata cincelada, una de las cuales, la del frente representa La Última Cena de Leonardo da Vinci.
A la mitad del fuste formado por torrecillas de filigrana, sobre repisas-retablo con coronación, trabajadas en oro como la mayor parte de la Custodia se muestran las imágenes de los Cuatro Evangelistas, realizadas en plata maciza.
El ostensorio semeja a un sol radiante trabajado en oro y brillantes, con aplicaciones que representan los elementos simbólicos de la Eucaristía: espigas de trigo y racimos de uvas.
En medio del ostensorio, se encuentra el viril de cristal, donde se coloca la Sagrada Forma para su adoración en las Exposiciones Eucarísticas.
Como indica su nombre, la custodia es algo que sirve de guarda, protección y defensa. Las custodias empezaron a idearse sobre todo a partir del siglo XIII cuando se desarrolló el culto a la Eucaristía en torno a la fiesta del Corpus.
También en el Tesoro de la Catedral se encuentra guardado el hermoso Pelícano de plata y rubíes. Este símbolo de la Eucaristía muestra el pecho abierto y sangrante del pelícano ofreciendo su sangre a sus dos crías como alimento de ellas.
Esta destacada obra de la platería colonial arequipeña fue exhibida en el último año en España y en los Estados Unidos.
Un órgano belga
Otra de las joyas que tiene para mostrar la Catedral de Arequipa es su gran órgano fabricado por Francois-Bernard Loret en sus talleres de Malinas, antigua capital de Bélgica. Allí lo fabricó entre 1852 y 1854. El científico y cónsul del Perú en Bélgica, Eduardo de Rivero y Ustáriz recibió el encargo de contratar su confección. Su entrega en Arequipa se produjo el 18 de marzo de 1854.
Este órgano consta de dos teclados manuales de 54 teclas, un pedal de 25 teclas. Su gran órgano tiene once registros mientras su positivo o pequeño órgano siete y el pedal 5. Está constituido por 1206 tubos y tres fuelles.
Con sus doce metros de altura en el Coro del templo, tiene por coronación esculturas que representan a Rey David en medio y a ángeles a los costados.
Lámpara de 450 luces
Desde mediados del siglo pasado en la cúpula del crucero de la Catedral de Arequipa, pende una lámpara de más de dos metros de altura y que cuenta con 450 luces. Fabricada en bronce, con aplicaciones de vidrio, tiene un peso superior a la tonelada. Fue obsequiada por el segundo arzobispo de Arequipa, monseñor Leonardo José Rodríguez Ballón. La adquirió en Italia.

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