Una casona tradicional para un diario de avanzada
Dante E. Zegarra LópezDe esa avenida, que durante muchos años albergó a amplias residencias, con el pasar de los años y con el concentrar de la circulación de un apreciable porcentaje de los vehículos de transporte urbano de la ciudad, pronto se vio despoblada.
Los propietarios empezaron a rematar sus propiedades o se resignaban a soportar el asfixiante aire contaminado.
En Arequipa al día, el personal y el equipo empezó a sentir los estragos de una pésima política de distribución del tránsito de la ciudad.
Para paliar la situación se buscaron alternativas como el empleo de purificadores de aire, instalación de equipos de aire acondicionado. Por último, al no tener el efecto deseado, se optó por pensar en un nuevo local.
Varias fueron las alternativas. Finalmente quedaron la de construir un local en un amplio terreno en la zona de Río Seco o la de adquirir una casona bastante deteriorada en el centro de la ciudad.
Fue la esposa del gerente general de entonces, Liliana Egúsquiza de Mendoza, quien inclinó la balanza de las preferencias, por la vieja casona de Santa Marta.
El ir y venir, el trajinar a diario por la calle Santa Marta para llegar al local de los Registros Públicos donde el gerente general y el subdirector realizaban una labor de investigación periodística, permitió tomar “cariño” por la vieja casona del 103, un año antes de ser adquirida.
Era una casona que tenía particulares recuerdos para el presidente del directorio del diario, pues allí, en uno de sus ambientes funcionó el local del partido Acción Popular, y allí lo proclamaron candidato a una diputación por Arequipa.
Durante muchos años, la vieja casona sirvió como sede de instituciones y de vivienda para diversas personas. Llegando incluso en los últimos años a estar algo tugurizada.
A sus viejas estructuras se le hicieron añadidos que rompían el paisaje original.
Firmadas las escrituras de compraventa entre Miguel Mendoza del Solar y la anterior propietaria, Consuelo Corrales Díaz el el 25 de abril de 1997, pocos días después se inició la restauración de la casona.
Ésta vieja casona de casi mil novecientos metros cuadrados, construida a mediados del siglo XVIII sufrió en los últimos treinta años una serie de alteraciones, que no solamente la desdibujaban sino que la afeaban.
Más de doscientas camionadas de escombros fueron retiradas durante el proceso de limpieza y reconstrucción que se prolongó hasta septiembre.
Se retiraron el estuque de las paredes y los elementos intrusos del edificio, se restauraron las maderas de puertas y ventanas, se afianzaron estructuras, se construyeron pisos de cemento y redes subterráneas para agua, desagüe, teléfono y electricidad. Se renovó pisos de patios y de habitaciones, así como se recuperó como jardines los antiguos huertos de la casona y se aprovechó la antigua caballeriza como almacén.
En todo el proceso, se evitó en lo posible, introducir elementos extraños a la arquitectura de la casona, aprovechándose al máximo todos y cada uno de los elementos encontrados en ella.
La adecuación de los ambientes existentes para que sirvieran de sede de Arequipa al día, no se forzó, aprovechándose al máximo las bondades y calidades de cada uno de ellos, de tal forma que fuera funcional.
La historia de esta casona colonial se pierde en los años de la fundación de Arequipa y sólo se registra con exactitud su historia a partir de 1748 cuando los propietario eran los esposos Joseph Mantilla y Valencia y, Gerónima de Linares y Estrada. Poco después la casona pasaría a ser propiedad de Theresa de Bracamonte y Bustíos, viuda del general Manuel de Ydiáques, quien fuera corregidor de Arequipa. A partir de 1750 dicha casona se mantuvo como propiedad de sus sucesores los Gamio y los Goyeneche, antes de ser adquirida por los esposos Mendoza del Solar-Egúsquiza.

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