Dante E. Zegarra López
“El Perú está perdiendo la
oportunidad de aprovechar la fascinación que ejerce Juanita en el mundo”,
afirma con énfasis Johan Reinhard, su descubridor.
Aunque el objetivo de nuestra
conversación con él está centrada en conocer mejor al hombre, al investigador,
el nombre de “Juanita no puede quedar al margen. Y es que el impacto científico
del descubrimiento del cuerpo congelado de la joven tawantisuyana, supera y
captura la imaginación de especialistas y profanos.
De 54 años, hombre robusto de 5
pies con 11 pulgadas de estatura, este antropólogo norteamericano conocido en
el mundo entero, ha pasado más tiempo entre cumbres y montañas que en su país:
los Estados Unidos de Norteamérica.
“Yo me crié en un pueblito de
Illinois cerca de Chicago: New Lenox, en donde las posibilidades de hacer
exploraciones excitantes eran muy
limitadas. Es una comunidad de agricultores” señala.
La fascinación que ha sentido
por resolver “misterios” la heredó de su padre un detective del Servicio
Postal, con quien aprendió los fundamentos básicos de cualquier tipo de
investigación. “De niño solía identificar huellas digitales con polvo que
brillaba en luz ultravioleta. Más adelante, la pesca y la cacería me llevaron a
explorar fuera de casa, y pronto me convertí en un ávido buscador de fósiles”,
puntualiza.
Lector frenético de las
aventuras de los Hardy Boys y las de exploradores modernos, pronto se vio
atrapado en el desafío que significa la respuesta a la pregunta ¿Por qué yo no
puedo hacer lo mismo?
Apenas cumplidos los 16 años
comenzó a concretar sus deseos vehementes de aventura, uniéndose a un grupo de
trabajadores que construían una de las líneas ferroviarias de su país. Siendo
norteño, compartió entonces con sureños en su periplo a través del medio oeste
norteamericano.
Esta experiencia, como él
recuerda, le dejó dos valiosas lecciones: “Que era capaz de ganarme la vida
trabajando duro bajo condiciones difíciles y que me encantaba aprender sobre
gente con trasfondos culturales distintos al mío”.
Con el dinero ganado durante dos
años, construyendo líneas férreas, viajó a Brasil, donde tomó contacto con las
tribus de la selva. De retorno a su país se dedicó a bucear, explorar cuevas,
escalar montañas y volar en planeadores.
Tan pronto se decidió por seguir
estudios superiores en la Universidad de Arizona, empezó a estudiar
antropología cultural y arqueología. Su tendencia casi natural a lograr el
máximo rendimiento de sus esfuerzos y su tiempo, lo obligó, luego, a optar por continuar sus estudios de
antropología en el extranjero, en Viena.
“Decidí que aprendería mucho más
si estudiaba antropología en el extranjero, ya que estaría “viviendo” la
antropología mientras la aprendía en un idioma distinto al mío”, explica Johan
Reinhard. Complementó esos estudios con otros de cinematografía y de análisis
de lenguajes no escritos.
Con conocimientos y sueños
Reinhard pronto se vio envuelto en la aventura de intentar trabar contacto con
tribus nómades que se mantenían en la etapa cultural de los recolectores. Fue
tras los Raute, nómades que no mantenían contacto con los europeos, pero tuvo
que contentarse con conocer algunos fragmentos originales del lenguaje de los
Kuscinda y obtener información sobre las prácticas religiosas de los Raji. En
torno a estos últimos escribió su tesis de shamanismo.
Estando en el Nepal, con la
aptitud física que aun ahora ostenta, Johan Reinhard no desperdició la
oportunidad de formar parte de la Segunda Expedición norteamericana al Everest,
cuando sólo se permitían dos expediciones al año.
Permaneció 31 días en una base
ubicada arriba de los 6 700 metros sobre el nivel del mar. El recuerdo de esta
expedición, pese al paso del tiempo: más de dos décadas, aún lo emociona y lo
enoja. Lo emociona por la fascinación que ejerció sobre él la altura y lo enoja
porque lo obligaron a bajar cuando el deseaba permanecer más tiempo allí.
Después de once años en el
Nepal, una invitación de los ases del montañismo mundial encabezados por George
Braum (“La mosca humana”) a las selvas ecuatorianas, le mostró un mundo nuevo
por explorar: el de Sudamérica.
Desde Tierra de Fuego hasta el
Ecuador, Johan Reinhard, “por curiosidad” fue ubicando sitios arqueológicos en
las cumbres. “No me convencieron las explicaciones que me dieron sobre las
ruinas en las cumbres de las montañas y traté de hallar las mías” puntualiza.
Para encontrar tales
explicaciones no tenía otro camino que recorrer cumbres y más cumbres, al
extremo que según el doctor Evelio Echevarría, catedrático de la universidad de
Colorado y prominente miembro del American Alpine Club, afirma que Johan
Reinhard tiene el récord de ascensiones a montañas de seis mil metros sobre el
nivel del mar.
No sólo las montañas han
ejercido en Reinhard una atracción especial. También lo ha sido el
paracaidismo, estableciendo en su momento, junto con otras 29 personas, un
récord mundial al lanzarse en caída libre desde casi 7 mil metros de altura, y la arqueología
subacuática.
En la práctica de ella en el
lago Titicaca, sector boliviano, le permitió realizar importantes trabajos
cuyos resultados forman el Museo de la Isla del Sol y cuya pieza más valiosa,
un medallón de la Puerta del Sol trabajada en oro, él la rescató buceando.
Todos estos logros determinaron
que en 1987 Johan Reinhard fuera laureado con el premio Rolex a la Iniciativa.
Recibió la distinción por su proyecto para estudiar antiguos santuarios
situados en cumbres montañosas, nueve años antes que efectuara el
descubrimiento del cuerpo congelado de “Juanita” en la cumbre del Ampato.
Para el próximo año, Reinhard ha
sido nombrado miembro del comité de selección del premio “The Rolex Awards for
Enterprise”. Integran este comité, además de Reinhard, el premio Nobel de
Física Dr. Leo Esaki; el entomólogo Giorgio Celli; el periodista Peter Matthias
Gaede; la oceanógrafa Marta Estrada; el ecologista S.A.R Principe Laurent de
Bélgica; la astronauta y neuróloga, Roberta Bondar y, el economista Emil Salim.
Hasta el momento ha escrito 70
trabajos (fuera de sus respectivas traducciones a diferentes idiomas) pero
confiesa “yo no quise ser escritor”.
Su último trabajo, una historia
sobre “Juanita”, que deberá estar publicado entre abril o mayo de 1998, estará
destinado a los niños.
“Para mi la más sorprendente
experiencia que tengo desde el descubrimiento de Juanita, es el interés de
mundo entero por ella y en especial la fascinación que ejerce sobre los niños.”
“Estoy ahora muy involucrado en
la educación. No pude imaginar cómo a través de contar la historia de Juanita,
se podía enseñar muchos campos de la ciencia, pero lo hemos hecho”.
En efecto, este año, entre el 16
y 22 de noviembre en los Estados Unidos los escolares celebraron la Semana de
concienciación sobre la geografía. Como parte de esta Semana, la National
Geograpic Society distribuyó entre los maestros norteamericanos, 250 mil
paquetes con información sobre “Juanita” y otros 33 mil entre docentes de
Puerto Rico.
Aunque el descubrimiento de
“Juanita” y de otras momias le han cambiado la vida, como reconoce Johan
Reinhard, para él es más importante la fascinación que ejercen ellas; le
preocupa que el Perú esté “perdiendo la oportunidad de aprovechar esa
fascinación”. Al mismo tiempo se siente orgulloso de haber conseguido una
unidad frigorífica donde se pueda garantizar la conservación del cuerpo de
Juanita por muchos años más. La empresa Carrier Corp. fabricó esa unidad
digitalizada, única en el mundo.
Este antropólogo norteamericano
que nunca ha recibido compensación económica por sus trabajos de campo, ha
logrado atraer la atención del mundo sobre el Perú, interesando a los
especialistas en la cultura inca y pre inca así como a los especialistas de la
comunicación global. Logros de esos afanes se observarán en 1998 cuando el 12
de enero el Discovery Chanel presente una película sobre costumbres y rituales
andinos y, sobre una expedición que Reinhard realizó al Pichupichu. En el
verano boreal, la cadena NBC presentará, por su parte, un especial sobre
momias; en mayo, la National Geographic presentará un vídeo sobre Juanita y en
diciembre una película sobre la expedición al Sara Sara, nevado peruano de
donde Reinhard trajo el cuerpo de otra joven ofrendada a los apus incaicos.

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