Por Dante E.
Zegarra López
Las devociones
marianas en Arequipa, son consustanciales a su existencia como pueblo. Nació
como tal, en la fiesta más importante del calendario mariano, el 15 de Agosto.
Y la devoción de sus habitantes por la Virgen María, en sus distintas
advocaciones, se ha extendido a lo largo de su historia.
Desde casi la
fundación española de Arequipa, tienen culto en Arequipa advocaciones de la
Virgen María como Nuestra Señora de la Asunción, Nuestra Señora del Consuelo,
la Virgen de la Santa Cueva, Inmaculada, Virgen del Rosario, Alta Gracia,
Nuestra Señora de los Remedios y rinde culto a célebres imágenes como La
Napolitana y La Portera, sin contar a las imágenes de Nuestra Señora de la
Candelaria.
De hecho, la
advocación mariana más difundida en Arequipa, como en el sur del país, es la de
la Virgen de la Purificación, conocida también como de Nuestra Señora de la
Candelaria.
Esta devoción
surgida inicialmente en las Islas Canarias, siglo y medio antes de la fundación
de Arequipa presenta una iconografía singular, basada en el episodio evangélico
que relata la presentación del niño Jesús en el Templo de Jerusalén y que trae
Lucas en el segundo capítulo de su versión del Evangelio.
De acuerdo a la
costumbre mosaica del pueblo judío la madre después de dar a luz, debía
someterse al rito de la purificación. La Virgen María, cumpliendo tal
obligación se presentó en el templo de Jerusalén llevando a Jesús a Jerusalén
para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley.
En base a este
episodio, la iconografía religiosa y mariana presenta la imagen de la Virgen de
la Candelaria, de pié sosteniendo la candela o vela, de la que toma nombre, y
el niño Jesús en brazos de su madre, por su parte, sostiene en sus manos un
pequeño pájaro en un cesto.
La Virgen de la Candelaria en Arequipa
Cinco son las
imágenes de Nuestra Señora de la Candelaria que reciben culto en Arequipa,
desde hace cuatro siglos. Cuatro de ellas son conocidas por los lugares en donde
se les comenzó a rendir culto y en los que sus templos son santuarios: Caima,
Characato y Chapi.
Es bueno
recordar que los íconos de la Virgen María reciben de los fieles católicos y
ortodoxos un tipo de veneración superior al de los santos, en razón de haber
llevado en su seno a Jesús, hijo de Dios. A esa veneración se denomina
hiperdulía, y es muy distinta y lejana de la adoración o latría, que únicamente
se rinde a Dios.
La Virgen de Caima
Todos los datos
históricos apuntan a que fue en Caima, uno de los primeros lugares donde la
imagen de la Virgen Candelaria recibió culto en Arequipa. Un documento
notarial, suscrito en 1571, hace mención a una ermita de Nuestra Señora de la
Candelaria de Lari Lari. Esa locación, Lari Lari, con nombre collagua,
corresponde al actual cementerio de Caima.
Su veneración
debió ser extendida toda vez que en 1589, cuando la ciudad se vio afligida por
la peste, fue conducida desde su ermita en procesión de rogativas.
Tras la erupción
del Huaynaputina y, los terremotos ocurridos en 1600 y 1604, la imagen de
nuestra Señora Candelaria de Caima volvió a ser conducida desde su ermita hasta
la ciudad. Hasta finales del siglo XIX, fue costumbre anual que la imagen de
Nuestra Señora de Caima llegase en procesión a la ciudad.
Sin embargo,
existe una duda razonable sobre la mayor antigüedad de las imágenes de Nuestra
Señora de la Candelaria. De hecho la de Nuestra Señora de Caima disputa ese
privilegio con una, ahora poco conocida, imagen que durante años recibió culto
en el templo de la Compañía de Jesús y que el pueblo la llamó “La Chiquita”.
La Chiquita
Efectivamente,
la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria conocida como “La Chiquita”, por
su tamaño, recibía veneración particular en el solar de Juan Ramírez Segarra
Casaos, antes que este funcionario colonial la donase a los jesuitas en 1598.
El encomendero,
corregidor y vecino temprano de Arequipa, general Juan Ramírez Segarra Casaos
la donó junto con ricas alhajas que poseía, después de quizás, dos décadas de
tenerla en la capilla particular de su solar.
Según la
información que hizo el Rector del Colegio de la Compañía, al momento de su
entrega en donación, se obró un milagro. Esta información, según el historiador
jesuita Rubén Vargas Ugarte S.J, tras ser firmada por Hernando de Colmenares,
la mandó poner en la peana de la efigie.
Desde hace algún
tiempo, esta imagen se encuentra ubicada en la antesacristía del templo de la
Compañía, conocida como Capilla de San Ignacio.
La Candelaria de Characato
La tercer efigie
de Nuestra Señora de la Candelaria en antigüedad, sin duda alguna es la que
recibe culto en Characato.
Todo hace pensar
que la imagen fue traída desde Copacabana, por el año 1590, como muchas otras
que fueron copias de aquella que labró Francisco Tito Yupanqui.
En un documento
del siglo XVIII, existente en el Archivo General de Indias en Sevilla, titulado
Relación de la Catedral de Arequipa e iglesias de su Obispado, señala que “se
venera una imagen de la Candelaria, con título de Characato, es muy milagrosa y
la frecuente devoción de los arequipeños”.
Los datos
históricos relatan, por lo menos, dos milagros, debidamente comprobados, que se obraron en dos paralíticos. Uno de
ellos, el religioso mercedario Fr. Ignacio Salazar y Miranda, que siendo corista
quedó hemipléjico. Llevado hasta el santuario de Characato a su petición se
esforzó en su petición y súbitamente quedó libre del mal. La autoridad eclesiástica, el 1 de febrero de
1749, declaró la autenticidad del milagro.
El otro, fue
aprobado por el obispo Antonio de León y fue obrado en la persona de Pedro de
Tapia y Peralta que con una hemiplejia que le impedía hablar y caminar, se hizo
traer desde el Cusco.
La Virgen de Chapi
Sin duda alguna
las imágenes más modernas son las efigies de la Virgen de la Candelaria que
llevan el título de Chapi. De hecho las dos más antiguas imágenes de esta
advocación corresponden a las existentes en el templo de la Tercera Orden y en
el Santuario de Chapi.
La Virgen de
Chapi, tiene su remoto origen en el antiguo pueblo de Churajón, de donde su
población se fue reubicando en tres parajes. Cada grupo llevó la imagen de su
devoción. Los últimos estudios
arqueológicos realizados por las universidades, Católica Santa María de
Arequipa y de Varsovia (Polonia), al parecer han ubicado el lugar primigenio
donde se rindió culto a la efigie de la Virgen de Chapi, entre 1600 y 1650.
Tiempo después,
en una comunicación fechada el 21 de julio de 1793 por el cura de Pocsi,
Francisco Pantaleón de Ustariz al obispo Chaves de la Rosa, se señala que los
indios de la quebrada de Chapi estaban reclamando que el referido cura, les
había quitado una imagen de la Virgen. La explicación del hecho refiere que
efectivamente fue traslada a Quequeña, mientras se construía una capilla en
Usuña, contando con la aceptación. Incluso, del cacique de la parcialidad
Urinsuya, Fernando Ocola.
También, en la
relación que hizo el cura Francisco Pantaleón Ustariz, señala, finalmente que
la antigua imagen de la Virgen había sido conducida a Arequipa por una familia
Urías o Ervias, que decía ser dueña de la quebrada de Chapi, y que la efigie
había sido colocada, para recibir culto, en la Iglesia de San Francisco
(Tercera Orden)
Venciendo la
oposición eclesiástica, los pobladores de Chapi, mantuvieron a lo largo de los
tres últimos siglos la devoción por la imagen de la Virgen de la Candelaria con
el título de Chapi, hasta el punto de convertirla en una de las patronas de la
ciudad y que fuese distinguida con la coronación canónica que hizo el papa Juan
Pablo II durante su primer visita al Perú en 1985.
Este pontífice,
será beatificado este año en el Vaticano, justamente en la fecha de una de las
cuatro fiestas que se celebran en el Santuario de Chapi.
(Dante E.
Zegarra López 01 febrero 2011)

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