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Dante E. Zegarra López, Periodista, Arequipa (Perú)

domingo, enero 21, 2018

La Carta del día: La puntualidad


La Carta del día: La puntualidad


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Desde hace algo más de un mes, el país vive una campaña destinada a lograr que los peruanos respetemos la exactitud de la hora. Impulsada por el Grupo del Deber y el Acuerdo Nacional tiene como frase emblemática: "Respetos guardan respetos, el impuntual ofende".
La campaña cívica está concebida para resaltar los valores deberá continuar hasta el 28 de julio según oportunamente se anunció. El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar.
El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
Pero al parecer a nivel nacional, la campaña aún no logra desterrar la mal llamada “Hora Cabana” que se hizo proverbial en el gobierno anterior y que implicaba un atraso de varias horas de la prevista.
En donde se advierte más esta situación es en el Congreso de la República, donde cada uno de los “padres de la Patria”, considerándose más importante que su vecino, trata, neciamente de sobresalir con su atraso.
También en nuestra ciudad, la impuntualidad va reforzando la mala costumbre de hacer esperar. Hay autoridades que tienen por norma presentarse con no menos de treinta minutos de atraso. Se sienten que con ello, con la espera de los ciudadanos, más importantes.
Lo más grave es que muchas veces son esas autoridades las que convocan las reuniones en sus propias dependencias y, a pesar de ello, llegan tarde. En el colmo de lo que bien se puede calificar de grosería, descargan su ironía sobre quienes de una u otra forma les observan su conducta. Su incapacidad manifiesta por reconocer su error los descalifica como autoridades y como servidores públicos. Se olvidan que ellos ejercen los cargos que detentan para servir al ciudadano.
Personalmente estimo que no hay peores imperfecciones que la grosería, y la impuntualidad.
La impuntualidad manifiesta mala educación y es un robo del tiempo de las demás personas. Por el contrario, la persona puntual expresa su respeto y consideración hacia el otro.
Ahora bien, todos podemos ser puntuales. Puntual es el que hace las cosas oportunamente, en razón al tiempo. Quien no es puntual, actúa así únicamente por un mal hábito. Conozco personas que casi siempre son impuntuales aún pudiendo y teniendo los medios para evitar tal mala crianza. Llegan, aunque sea, cinco minutos más tarde, pero no a la hora. Es evidente que podrían esforzarse para salir de sus casas cinco o diez minutos antes de lo que acostumbran, pero encuentran siempre algo urgente que hacer antes salir a su cita.
Pero quienes resultan extremadamente imposibles, en materia de puntualidad, son la mayoría de las autoridades civiles. Con gran majadería buscan notoriedad a través de la práctica de la impuntualidad, sin darse cuenta que ello refleja la escasa o nula organización de su tiempo, de planeación en sus actividades, y por supuesto de una agenda.
Dante E. Zegarra López
Diario Arequipa al día 13 abril 2007