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A los
periodistas de todo el planeta, desde hace buen tiempo nos ha interesado
compulsar el desarrollo de los gobiernos, nacionales, regionales o municipales
(sean estos provinciales y distritales) poco después de cumplidos los tres
primeros meses de gestión.
De
allí que a los cien días, como una cifra redonda, hacemos un alto para examinar
la labor que han cumplido las autoridades elegidas y compulsar la percepción
que de esa labor tienen los ciudadanos.
La
idea, tras esta costumbre, es que se da por sentado que son, generalmente los
primeros cien días los que marcan el desarrollo de una gestión administrativa.
Incluso
el ciudadano, siempre exigente con sus autoridades, tiende a ser menos agudo en
sus apreciaciones. Y es que se considera que en los primeros cien días, los
funcionarios de las nuevas administraciones tienen que tomar contacto real con la situación de
la entidad que dirigen.
Pero
al mismo tiempo los primeros cien días de una gestión señalan el rumbo que
tomarán las obras y las acciones administrativas.
Por
lo general los gobiernos, en todas sus escalas, tratan de poner en marcha sus
reformas más audaces en este período, dado que aún gozan del beneficio de la
simpatía que los ungió como autoridades electas.
También
es la época de los cambios del personal de confianza, donde cada nueva
autoridad reemplaza con sus especialistas a los especialistas de la anterior
administración. Claro está que esto no siempre es un acierto, pues a veces los
que reemplazan no están a la altura de los reemplazados. En todo caso, siempre
existe la suspicacia de los grupos partidarios y se duda que un funcionario de
confianza de una anterior gestión se empeñe en aplicar el nuevo plan de
gobierno.
En el
caso del Gobierno Regional de Arequipa, tal como lo anunciara oportunamente su
presidente, su labor ha estado marcada en estos primeros cien días, en un
trabajo hacia el interior de la administración, con miras a poner en orden la
casa.
No
tenemos una clara idea de los avances logrados allí, pero al parecer se ha
producido un reparto de funciones y áreas entre los grupos que apoyaron la
postulación del Presidente Regional. Hay indicios de que algunos nombramientos
realizados no están a la altura de las expectativas, pese a que los titulares
llegaron premunidos del aura de ser técnicos en reconocidas ONGs. Al parecer
algunos de ellos no han comprendido que están al servicio del ciudadano y no
para ordenarle ni maltratarle.
Tampoco
hay mucha información sobre el desarrollo de las obras que se supone está
ejecutando. En realidad, uno de los pecados capitales, que se podría enrostrar
al presidente del Gobierno Regional, es el abuso que hace del perfil bajo. Los
extremos, en ningún caso son buenos.
Consecuencia
de esta situación es que el porcentaje de aceptación que tiene, según una
encuesta nacional, se mantenido en el porcentaje de su votación, lo que lo
ubica en el cuarto inferior de aprobación entre sus pares. El figura con 35 por
ciento de aceptación en el puesto 17 de un total de 25 presidentes regionales.
El
alcalde provincial, más allá de sus declaraciones no ha mostrado aún cuáles sin
las obras que se empeñará en ejecutar. Es cierto que tiene que enmendar la
plana en las obras que dejó inauguradas pero inconclusas su antecesor. Un buen
equipo de prensa hace que permanentemente su nombre figure en los medios. Sin
embargo aún no llega a equiparar la labor que muestra su colega distrital de la
ciudad José Luis Bustamante y Rivero.
No
podemos aún decir que la ciudad de Arequipa le ha quedado grande a quien
gobernó con éxito la ciudad de Hunter durante más de una década, pero hay
medidas que debió adoptar y no las hizo.
Como
usted puede apreciar, la evaluación de los cien días de nuestro presidente
regional y de nuestro alcalde provincial no es muy halagüeña que digamos.
Dante E. Zegarra López
(Diario Arequipa al día, 11 abril 2007)

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