dante1944

Dante E. Zegarra López, Periodista, Arequipa (Perú)

miércoles, enero 17, 2018


LA CARTA DEL DIRECTOR: El mensaje del servicio

Estimado(a) Lector(a):
Comenzamos el Triduo Pascual, que en nuestra ciudad es motivo de visitar los “Monumentos Eucarísticos”. Una visita que nos vuelca a las calles y que llena nuestros templos.
En el Triduo Pascual los cristianos celebramos, como Iglesia, los grandes misterios de nuestra salvación: el viernes de Cristo muerto, el sábado de Cristo sepultado y el domingo de Cristo resucitado.
Pero más allá de lo anecdótico que ello puede significar en nuestro cotidiano existir, estas fechas son motivo de una especial meditación. Estos días no son un simple recuerdo, en ellos se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua: el paso del Señor de este mundo al Padre.
Si es que acompañamos seriamente a Jesús en sus últimas horas sobre la Tierra, antes de sufrir una injusta condena de cruz que Él bien sabía que pasaría por la salvación de nosotros los hombres, recordaremos todo el simbolismo, todo el mensaje de su Última Cena.
El Maestro se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secarlos con la toalla que tenía en la cintura.
Jesús lava los pies de sus discípulos, una tarea que era propia de esclavos. Con este gesto inesperado, hace visible la actitud de rebajamiento y de servicio que caracteriza su presencia en la comunidad.
La escena, personalmente me cuestiona, me increpa y hace meditar en cómo y cuánto, a nosotros comunes mortales, nos cuesta bajar del peldaño en que nos creemos que estamos ubicados, basados en nuestro orgullo y pedantería, para servir a los nuestros, a nuestros amigos, a quienes representamos.
Pero si la actitud de la escena que nos trae el Evangelio en este día no nos dice nada, por lo duro de corazón que muchas veces exhibimos, creo que las palabras que siguen nos explicarán con mucha mucho más claridad, con la autoridad de Jesús, el Señor: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Los he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”.
En la vida diaria, tenemos muchas formas de lavarnos los pies unos a los otros y mostrar esa actitud de servicio que debemos tener. Actitud de servicio que debe ser mucho más profunda, más intensa en aquellos que por alguna razón de la vida tienen responsabilidades y mando sobre otros hombres.
A través de esa actitud, si es que es sincera, quedaremos limpios de errores y maldades.
Mientras escribo estas líneas, me asaltan una serie de inquietudes que supongo ustedes también les asaltará cuando se piensa en serio en la actitud de servicio que debemos tener.
¿Cómo debe ser el servicio? ¿Qué características debería tener un servicio inspirado en la actitud de Jesús?
Un servicio bajo esa inspiración, debe ser honesta. No debe tener dobles, es decir que no debe tener otra razón que el servir abiertamente. Pero además debe ser silenciosa. No tiene necesidad de hacer alarde, ni propaganda.
Cuando el servicio, por el contrario busca el reconocimiento, el anunciar para obtener el rédito que la acción pueda generar, ese servicio no trasciende más allá de lo que hizo.
Con la esperanza de que todos meditemos en cómo servir mejor a nuestros semejantes, volveré a escribir esta columna, el Sábado Santo, el Sábado de Gloria.
Dante E. Zegarra López
dezegarra@gmail.com
(Diario Arequipa al día, 5 abril 2007)