El
presidente de Venezuela, desde su nueva sede de gobierno, instalada en La Paz (Bolivia) por obra y
gracia de los petrodólares, ha vuelto a las andanzas. Ya decían nuestras
abuelas, que la cabra siempre tira al monte.
Sin
ningún rubor y como si fuera el tutor de alguien, se inmiscuye en los asuntos
internos de nuestro país y no deja de insultar y de aplicar calificativos a
diestra y siniestra contra nuestro presidente de la República , que es el
Jefe del Estado y que personifica a la Nación Peruana.
Los
peruanos tenemos derecho y deber de enjuiciar, fiscalizar y hasta calificar a
nuestro Presidente, porque él ejerce ese cargo por delegación que le hemos
entregado mediante nuestro voto. Somos los únicos que tenemos ese derecho en el
Perú. Ese derecho no lo tiene ningún cachaco llanero, ningún cocalero
altiplánico o ningún guerrillero caribeño.
Ante
esas descaradas intromisiones los peruanos no debemos dejar de recordar la
historia de las vinculaciones que han existido al comienzo, al nacimiento de
nuestras naciones, para aprendiendo de ella, sepamos defender a nuestra patria.
No debemos dejarnos intimidar, porque ese es el primer deber nacionalista que
debemos tener los peruanos.
Perú
y Bolivia, fueron un solo país hasta agosto de 1825, en que por obra y gracia
de un general venezolano, separó el Alto Perú, para rendir homenaje, rendir
pleitesía, para alabar a su jefe. Por eso el Alto Perú se llama Bolivia y su
capital lleva el nombre de Sucre. De esa forma, entre otras, ellos nos cobraron
su presencia en nuestra guerra de la Independencia.
Los
peruanos de aquella época, al comprobar que la Constitución que
dictó para el Perú el militar venezolano, tenía la intención de perennizarlo en
el poder en forma vitalicia cortaron a tiempo su mandato. En aquellos días los
parlamentarios arequipeños jugaron un papel importante para derrocar al
dictador en ciernes.
En
nuestros días, un mal imitador de ese general al que hicimos mariscal, pretende
reeditar los afanes hegemónicos y dictatoriales que 180 años atrás evitamos los
peruanos.
Ese
cachacote llanero que nos insulta a todos los peruanos, insultando a nuestro Presidente,
no ha aprendido los modales de un estadista, de un mandatario y del respeto que
se debe tener entre las naciones, entre los países.
Parece
ser que la abundancia de petrodólares en su alforja le hace sentir que está
llamado a gobernar, cual rey, a las repúblicas vecinas empleando testaferros a
guisa de virreyes y por eso se traslada desde su patria hasta su nueva
capitanía. Así, adopta la misma postura que nuestras abuelas condenaban de
quienes teniendo dinero no sabían actuar. A ellos, los llamaban “burros con
alforjas”.
La
práctica más elemental del derecho internacional, presupone que no debiera de
haber algún intento de tratar de influenciar a los electores de cualquier país
por parte de otro presidente, como acaba de recordarlo Llyod Axwhorty, jefe de la Misión de Observadores
Electorales de la OEA
en Perú.
Y es
que de acuerdo con la Carta Democrática
Interamericana los electores de cada país tienen el derecho de hacer su propia
elección sin ningún tipo de interferencia desde afuera.
Es
tiempo de pedirle a la
Organización de los Estados Americanos, que ante la fragante
intromisión del presidente de Venezuela, en asuntos internos del Perú que son
de sólo competencia de los peruanos, aplique las medidas acordadas en su
oportunidad. De otra manera el caos de la prepotencia comenzará a imperar en
nuestro subcontinente.
Dante
E. Zegarra López
(Diario
Arequipa al día, 30 mayo 2006)

0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home