Estimado(a) Lector(a):
Acabamos de vivir la Semana Santa , que
personalmente, en nuestro caso, hemos querido, con todos los errores y
deficiencias de nuestra formación, dedicarla a una meditación de las actitudes
que tenemos los hombres vistas a través de los acontecimientos que en esta
semana nos narraron los evangelistas.
Y es que realmente en la Semana Santa me dio
la impresión que las autoridades municipales y también las policiales, salieron
de un largo fin de semana. De otra forma no encuentro racional los desórdenes
surgidos.
Uno de ellos fue el que se registró en las
inmediaciones de los principales templos de la ciudad el día Jueves Santo. Como
es tradicional la población se volcó a visitar los templos locales y orar ante
los monumentos eucarísticos que en ellos se levantaron. Visita que para unos es
en número de catorce por las Estaciones del Vía Crucis y para otros en número
de siete, por las casas que Jesús visitó según los evangelios.
Este año, los templos del centro histórico de
la ciudad, se vieron rodeados de vivanderas que hicieron casi imposible caminar
en sus inmediaciones. Establecieron mesas a ambos lados de las calles para
vender “mazamorra morada, arroz con leche y el ponche, algunos muy cargados de
licor. Y como nunca hasta se instalaron puestos de tómbola.
La venta de estos alimentos y bebidas, nunca
fue tradicional en esta fecha. Hasta hace dos décadas, por lo menos, lo único
que se vendía eran las manzanas acarameladas, el algodón de azúcar y los
cambuchos de harina.
Por otro lado este año, la calle de la fachada
principal de templo de Santo Domingo, donde tradicionalmente se instalaban,
únicamente en horas de la mañana del Viernes Santo, las vendedoras de plantas
medicinales, los guayruros y los anillos y cruces de hierro, este año se vio
invadido por vendedores de toda clase de objetos, incluso algunos “non santos”.
Pero como si eso fuera poco, este año, por
primera vez, la zona sur del Estadio Melgar fue poblado por puestos de
alimentos al granel. Los vendedores de estos artículos se instalaron desde el
Jueves Santo y recién ayer Domingo de Pascua, en horas de la tarde se animaron
a dejar la zona.
Hay quien ha tratado de justificar este
abandono no sólo de las buenas costumbres locales sino del decoro de la ciudad,
aduciendo que todo eso fomenta el turismo. Sinceramente yo no lo creo así.
Gracias a Dios he tenido la oportunidad de recorrer distintos puntos del mundo
y en ninguna ciudad turística se permite ni se fomenta demostraciones de falta
de autoridad y orden en ciudad, como las que hemos protagonizado en la Semana Santa.
Es cierto que para los empresarios del turismo,
como para todos quienes se benefician directa o indirectamente de esta
actividad, exaltar el ángulo folclórico de nuestras procesiones y de nuestras
actividades religiosas les causa dividendos, pero de ninguna manera se debe
alentar, bajo ninguna justificación, ridiculizar, caricaturizar nuestro
quehacer citadino, presentándolo como el de un paupérrimo pueblucho.
Más grave aún fue, que pese a las Ordenanzas
Municipales, que para efectos de la administración de la ciudad, tienen fuerza
de Ley, establecieron la “Ley Seca”, ésta fue burlada por establecimientos
comerciales y también por inciviles ciudadanos. La policía no hizo nada por
hacer cumplir las disposiciones.
Como usted puede apreciar la pregunta sigue en
pié: ¿Y dónde estuvieron las autoridades?
Dante E.
Zegarra López
(Diario
Arequipa al día 9 abril 2007)

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