Dante E. Zegarra López
La primera y, única vez en muchos años
más, que llegó un papa a Arequipa, marcó un hito imborrable en la memoria de
miles de arequipeños que lo vitorearon hace 29 años.
Juan Pablo II, el papa polaco, llegó
para beatificar a sor Ana de los Ángeles Monteagudo y coronar a la imagen de la
Santísima Virgen de Chapi. Fue el 2 de febrero de 1985.
Miles de personas a lo largo de los
doce kilómetros del recorrido papal, lo ovacionaron, agitaron banderas
vaticanas y peruanas, entonaron canciones, se emocionaron hasta las lágrimas, oraron
y mostraron carteles de bienvenida al Santo Padre.
Nadie, en ese momento, recordaba la
sistemática campaña que durante meses desarrollaron las sectas, contra la
visita del pontífice romano, llegando a calificarlo como enviado del demonio.
Una vez más, con su entusiasta presencia en las calles y en el campo
eucarístico, Arequipa dejó patente porqué, otro pontífice, el Papa Pío XII, la
calificó como “la Roma del Perú”.
En esos días tampoco se pensaba que ese
primer papa no italiano en 400 años, contra el cual dispararon una bala el13 de
mayo de 1981 y, que meses más tarde acogería favorablemente el voto de la
Sagrada Congregación para la causa de los santos sobre el milagro operado por
intercesión de sor Ana de los Ángeles Monteagudo, llegaría a ser canonizado.
Aunque, todos reconocían en él un
carisma especial, y lo llamaban Su Santidad, ninguno de los que en algún
momento, ese sábado 2 de febrero de 1985, estuvieron de rodillas entregándole
ofrendas, pensaron ver su canonización, que hoy se concreta, tras el proceso
más rápido de la historia. Sólo nueve años después de su muerte.
El papa Wojtyla permaneció en tierras
mistianas casi ocho horas, durante las cuales más de medio millón de personas
registraron en su memoria recuerdos personales de esa visita, que a tres
décadas de distancia se mantienen vivas.
Montado en un “papamóvil” traído
especialmente para la ocasión, saludó, bendijo, acarició niños, regaló
rosarios, recibió saludos protocolares, pero sobretodo el calor de todo un
pueblo.
Aunque llegó con fiebre, al parecer por
el cambio de clima y una apretada agenda protocolar a su arribo a Lima, la noche anterior, el pontífice
presidió la celebración eucarística que duró algo más de tres horas.
A las 11:30, después del Gloria, en la
celebración Eucarística, Juan Pablo II declaró solemnemente Beata a la monja
arequipeña, sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Luego, tras su homilía
pronunciada en un castellano con dejo especial,
impuso la corona de oro sobre la cabeza de la imagen de la Virgen de
Chapi. El hecho, recibido entre aplausos y el repique de campanas de toda la
ciudad, vino a resaltar la especial devoción de los arequipeños por la “Mamita”.
Durante la celebración de la Misa
concelebrada con todos los obispos peruanos, que llegaron para la ocasión, un
grupo de niños hicieron su Primera Comunión y otro centenar de personas
recibieron la sagrada forma de manos del Papa.
El recorrido triunfal de la imagen de
la Virgen de Chapi, en el campo papal, ubicado en predios universitarios, entre
el actual local de la Biblioteca Central y el Estadio de la UNSA, posibilitó
que la salida del Papa del campo eucarístico, se llevara en perfecto orden. Orden
que desapareció en el momento de su despedida en el aeropuerto “Alfredo
Rodríguez Ballón”, donde centenares de jóvenes y personas presentes, rodearon
al Papa y lo acompañaron hasta la escalinata del avión que lo llevaría a Lima.
A la distancia del tiempo y con los
recuerdos borrosos aún en la retina, cada uno de los que estuvieron presentes
en aquella histórica visita, hoy podrán decir que tuvieron la oportunidad de
ver en cuerpo presente, a un santo: san Juan Pablo II.
(Arequipa, 25 abril 2014)

0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home