CASONA DE SANTA CATALINA
Una
casona con Historia
Por Dante E. Zegarra López.
25 Febrero 2005.
En la Fundación
Cuando se fundó la ciudad de Arequipa, el 15 de Agosto de 1540, su
plano básico fue dividido en 49 manzanas, siendo la central destinada a la
Plaza Mayor, hoy conocida como Plaza de Armas.
El fundador, don Garcí Manuel de Carvajal y los miembros del Cabildo de
la recién fundada Villa, fueron los encargados de cumplir las disposiciones del
Capitán General y Gobernador del Perú, Don Francisco Pizarro, sobre la planta
básica que tendría Arequipa.
La planta de cuadrícula que se empleó en el trazado de las manzanas de
la Villa, fue entregada por el propio Don Francisco Pizarro, a mediados de
julio de 1540, cuando igualmente dispuso se decidiera, por votación de los
vecinos, el lugar más adecuado para su ubicación.
La ciudad quedó limitada por las calles o jirones que hoy se conocen
con los nombres de Ayacucho y Puente Grau por el norte, San Camilo y Consuelo por el sur, Villalba y Cruz Verde por
el oeste y Colón y
Pizarro por el este.
Los solares fueron asignados a los casi 120 primeros vecinos que se
trasladaron desde el valle de Camaná o desde el Cusco, en los primeros dos años. El solar, era la cuarta parte de una manzana,
la que tenía una superficie total de 12 500 m2 aproximadamente.
La asignación del número de solares por vecino, se verificó teniendo en
consideración los méritos realizados por cada uno de los favorecidos en el
proceso de la conquista y afianzamiento español en tierras tahuantisuyanas.
De acuerdo con la usanza virreinal, ubicada la Plaza Mayor, se
asignaron los solares destinados a la Iglesia Mayor y para el Cabildo, uno al
frente del otro, y en los alrededores de la Plaza, los solares reservados para
las casas del Capitán General del Perú, del Obispo del Cusco y de otras
personalidades.
El propio fundador de la Villa se reservó dos solares, a las espaldas
de la Iglesia Mayor, y que años después logró separarlos mediante la apertura
de un callejón, que hasta hoy se conserva.
Entre los primeros vecinos y pobladores del Valle de la Villa Hermosa
de Arequipa, figuraron hasta tres de los “Trece de las Isla del Gallo”, además
de licenciados y doctores que llegaron al Perú para dirigir los rumbos
administrativos de la Colonia y, los soldados de fortuna que estuvieron en la
captura de Atahualpa en Cajamarca o en el “Cerco del Cusco”.
Entre ellos y entre los primeros artesanos que se ubicaron inicialmente
en Camaná, se distribuyeron los 192 solares de la recién fundada Arequipa.
Con exactitud, poco o nada se puede decir sobre cuál de los solares
fue asignado a tal o cual personaje. Es
más, pasados los primeros años, turbulentos por la convulsión de las guerras
fraticidas entre los españoles, la tenencia de la tierra o de los solares se alteró
con la venta, traspaso o con el trueque que se hizo.
Lo que se puede afirmar con plena y total seguridad es que la esquina
que hoy conforman las calles Ugarte y Santa Catalina, formó parte del casco
germinal de la hoy ciudad de Arequipa.
Sobre ese terreno se ubica la casona que estudiamos.
Esta casona está ubicada dos cuadras al norte de la Plaza Mayor. Este
emplazamiento permite afirmar que el estrato social del personaje a quien se le
asignó el solar en
1540, corresponde a uno principal y económicamente solvente. Como afirma el arquitecto Ramón Gutiérrez, la
praxis urbana jerarquizaba las relaciones, de tal suerte que la proximidad a la
plaza marcaba las distancias sociales y políticas del poder, que con el tiempo
han traducido en valores económicos de la tierra urbana.
Ubicado sobre una de las calles reales que partían de la Plaza Mayor,
y a dos cuadras de ésta, es casi seguro que el solar que hoy ocupa la Casona
que estudiamos, fue entregado a un personaje de importancia de aquellos años.
Aunque en los primeros documentos del Cabildo, se consignan valiosas
informaciones sobre propietarios de solares, con motivo de las fiestas del
Corpus Christi
y a pesar que existen documentos de permutas, y de compraventa de solares en
los archivos notariales, recomponer la inicial asignación de solares, es un
trabajo muy complicado, aun no emprendido.
Después de 1550, fecha a partir de la cual se cuenta con documentos
notariales y también administrativos del Cabildo, la zona donde se ubica el
terreno de la Casona en estudio fue propiedad de fundadores y prósperos
comerciantes como Lucas Martínez Begazo o interesantes personajes que hicieron
historia como el Alcalde Pedro de Fuentes o gente principal como lo fueron
Francisco Madueño y Martín de Alarcón.
Es muy probable, que Lucas Martínez Begazo, haya sido uno de los
primeros propietarios del solar. Él, un
rico comerciante y minero en la zona de Tarapacá fue uno de los 168 hombres que
estuvieron en Cajamarca con Pizarro en la captura de Atahualpa. Luego fue fundador de Arequipa y encomendero
en Arica y Tarapacá.
En todo caso, se puede especular en torno a la similitud de
vinculaciones, que dos siglos y medio después tenían los propietarios de la
Casona que nos ocupaen la zona minera de Tarapacá.
La
documentación histórica
Aunque la historia documental más remota vinculada a la Casona es la
que se registra el dos de febrero de 1829, en que por fallecimiento de doña María Bustamante, quedan instituidos
como herederos y propietarios sus hijos José Mariano, Mateo Fructuoso, Juana y
Manuela Cossio Bustamante, la propiedad tiene origen en los bienes de los
padres de la difunta. Por eso doña María
Bustamante y de la Fuente, tenía un tercio de la propiedad de la casona que
compartía con sus hermanas doña Mercedes y doña Catalina Bustamante y de la
Fuente.
Las tres hermanas Bustamante y de la Fuente, eran hijas de don Manuel
Lorenzo Bustamante y Diez Canseco y de doña María Toribia de la Fuente y
Loayza, quienes se casaron el 22 de junio de 1783.
Don Manuel Lorenzo Bustamante y Diez Canseco fue hijo del Depositario
General y Alcalde de Arequipa en los años 1746 y 1747 don Domingo Bustamante y
Benavides y, de doña Petronila Diez Canseco y Moscoso. Don Manuel Lorenzo, también fue Alcalde de
Arequipa los años 1788 y 1789. Falleció
el 29 de octubre de 1807.
Doña María Toribia de la Fuente y Loayza, estuvo casada en primeras
nupcias con el Capitán Benito Fernández Gandarillas, con quien procreó a don
José y don Manuel Gandarillas. Ella en
segundas nupcias se casó, como queda dicho, con don Manuel Lorenzo Bustamante y
Diez Canseco. Doña María Toribia fue
hija de don Basilio de la Fuente y Aro, Alcalde Provincial de Arica y Tarapacá,
benefactor de las iglesias de su jurisdicción y, de doña María Jacinta de
Loayza Portocarrero.
Doña María Toribia dio poder para testar a su marido el Teniente
Coronel don Manuel Lorenzo de Bustamante y Diez Canseco, ante el notario Rafael
Hurtado el 14 de noviembre de 1792.
El matrimonio Bustamante Diez Canseco – de la Fuente y Loayza, tuvo como
hijos, tal como se señaló anteriormente, a Catalina, Mercedes y María de la
Asunción. Las tres recibieron, como legado de sus padres,
la casona de la esquina Santa Catalina – Santa Marta (Hoy Ugarte), una hacienda
en Cocachacra (Valle de Tambo) y una mina en Tarapacá.
Sólo María de la Asunción Bustamante y de la Fuente se casó. Las
otras dos hermanas, quedaron solteras.
Doña María de la Asunción Bustamante y de la Fuente se casó con don
José Mariano de Cossio y Urbicaín el 10 de abril de 1820.
José Mariano de Cossio y Urbicaín fue hijo del Brigadier, Caballero de
la Orden de Santiago, don Mateo Vicente de Cossio y la Pedrera y de doña
Joaquina Urbicaín y Carasa. Don José Mariano, fue Teniente Coronel, Prefecto de
Arequipa, Diputado a Congreso y Alcalde de Arequipa en 1816, 1822 y 1827. Falleció el 8 de noviembre de 1858.
Doña María Asunción y don José Mariano procrearon a don Mateo
Fructuoso, doña Juana y doña Manuela Cossio y Bustamante.
Al fallecer doña María de la Asunción Bustamante y de la Fuente, dejó
como herederos a sus hijos habidos en el matrimonio con don José Mariano de
Cossio Urbicaín. Ella dejó poder para testar a su esposo, en escritura pública
ante el Notario Dr. Matías Morales, el 2 de febrero de 1829.
Don Mateo Fructuoso, doña Juana y doña Manuela Cossio y Bustamante,
heredaron un tercio de la casa de la esquina Santa Catalina – Santa Marta (Hoy
Ugarte). Los otros dos tercios
pertenecían a doña Mercedes y doña Catalina Bustamante y de la Fuente.
Doña Mercedes Bustamante y de la Fuente dejó como heredera, del tercio
del predio antes citado, a su hermana Catalina y a la muerte de ésta a sus
sobrinos: don Mateo Fructuoso, doña Juana y doña Manuela Cossio Bustamante,
según testamento otorgado el 26 de mayo de 1856 ante el Notario Mariano García
Calderón.
Por su parte doña Catalina Bustamante y de la Fuente instituyó un
legado a favor de su sobrina doña Manuela Cossio y Bustamante, según testamento
otorgado ante el Notario Armando Bustamante el 8 de agosto de 1860. Este legado consistía en la tercera parte de
la casa de sus padres Lorenzo Bustamante y Diez Canseco y doña María Toribia de
la Fuente y Loayza.
Posteriormente doña Catalina Bustamante y de la Fuente, en escritura
pública ante el Notario Dr. Isidoro
Cárdenas, hizo renuncia del tercio que le dejó su hermana Mercedes Bustamante y
de la Fuente, a favor de sus sobrinos, como estaba estipulado en el testamento de
aquella.
Al producirse la partición e igualación y, al ceder su parte don Mateo
Fructuoso Cossio Bustamante a cambio de una compensación económica, quedaron
como dueñas exclusivas de la casa, por partes iguales: doña Catalina Bustamante
y de la Fuente y sus sobrina doña Juana y doña Manuela Cossio y Bustamante.
Al fallecimiento de doña Catalina Bustamante y de la Fuente, doña
Manuela Cossio y Bustamante asumió la tercera parte que su tía le dejó en
escritura pública el 8 de agosto de 1860.
Doña Manuela de Cossio y Bustamante, soltera, instituyó por su heredera
a doña Mercedes Tejeda Cossio, hija de don Baldomero Tejeda y de su sobrina
nieta doña Mercedes Cossio Berenguer, según testamento otorgado ante el Notario
Dr. Abel Ygnacio Campos, el 20 de enero
de 1902.
Don Mateo Fructuoso Cossio y Bustamante, nacido el 22 de junio de 1821,
hijo, como queda dicho, de don José Mariano de Cossio y Urbicaín y de doña
María de la Asunción Bustamante y de la Fuente.
Se casó en la parroquia de Santa
Marta el 12 de noviembre de 1845 con doña Dominga Berenguer Berrogaray y Portu. Ésta, fue hija de don Buenaventura Berenguer
Gómez de Hosta, natural de Chile y, de doña María Ignacia Berrogaray y Portu.
Ellos procrearon a don Mariano, doña Mercedes, don Manuel, don José
María y don Eduardo Cossio Berenguer, declarados sus herederos en su testamento
de 12 de enero de 1867. Este documento
fue aprobado en Auto de 20 de febrero de 1867, expedido por el Juez de Primera
Instancia, Dr. Mariano Cornelio García, siendo Actuario don Andrés Llerena.
Luego fue protocolizado ante el Notario Dr.
Mariano García Calderón. Don
Mateo Fructuoso Cossio y Bustamante, explicó la naturaleza y condición de sus propiedades
en la escritura de Partición de Bienes que suscribió ante el Notario doctor Armando Bustamante el 20 de noviembre de
1880.
Al fallecimiento de don José María Cossio los derechos que tenía en
este predio pasaron a sus hermanos don Mariano, doña Mercedes, Don Manuel
Alejandro y don Eduardo Cossio Berenguer.
Esto, según la declaratoria de herederos expedida por el Juez de Primera
Instancia, Dr. José Santos Talavera y refrendado por el Actuario don Mateo
Garzón Zegarra en Auto del 27 de junio de 1900. Al no existir el
original del documento se siguió un nuevo expediente y se dictó un nuevo Auto
de Declaratoria de Herederos. Éste lo expidió el Juez doctor M. C. Zereceda
quien tuvo como Actuario a don Emilio Bernal, el 30 de noviembre de 1922. El nuevo Auto fue protocolizado ante el
Notario doctor J. Enrique Osorio.
Don José
Mariano Cossio y Berenguer, hijo de don Mateo Fructuoso Cossio y Bustamante y
de Dominga Berenguer Berrogaray y Portu, se casó el 25 de
septiembre de 1873 con doña Margarita de la Torre y Valcárcel. Ella, doña Margarita, fue hija del doctor don
Enrique de la Torre Luna Pizarro y de doña Pascuala Valcárcel.
Al fallecimiento de don José Mariano Cossio y Berenguer pasaron sus
derechos en el predio estudiado a sus hijos: doña Margarita, don Mateo, don
Enrique y don Alberto Cossio y de la Torre. Ello en virtud de su testamento,
firmado ante el Notario doctor José María Tejeda el 18 de diciembre de 1900.
Don Mateo M. de Cossio y de la Torre, quien fue Diputado por Arequipa
entre 1924 y 1929, se casó con doña Sara Ruiz de Somocurcio el 16 de mayo de
1909
Don Enrique Cossio y de la Torre, aunque estaba casado con doña Luisa
Urrutia y al no tener descendencia, optó por dejar sus derechos a su madre,
doña Margarita de la Torre. Su decisión consta en el testamento que otorgó ante
el Notario doctor Higinio Talavera, el 27 de octubre de 1907.
La señora doña Margarita de la Torre viuda de Cossio y sus hijos doña
Margarita y don Alberto Cossio y de la Torre vendieron sus derechos a la
señorita Mercedes Tejeda Cossio. Lo
hicieron mediante escritura que pasó ante el Notario doctor Abel Ygnacio
Campos, el 18 de junio de 1913. La
venta se realizó por un monto de 1449.92 soles. Doña Margarita de la Torre viuda de Cossio y
sus hijos don Mateo y Margarita Cossio y de la Torre, tenían derechos en la
casona estudiada, que los recibieron en herencia de doña Juana Cossio y
Bustamante viuda de García.
El doctor don Mateo M. y su hermano don Eduardo de Cossio y de la Torre
vendieron sus derechos al comunero don José Carmen Chávez. El primero de ellos, lo hizo a través de su
apoderado el doctor Juan de la Cruz Corrales Díaz mediante documento registrado
por el Notario doctor Abel Ygnacio Campos el 14 de enero de 1914.
Don José Carmen Chávez, un comunero de la hacienda de Tambo, se hizo de
los derechos del don Mateo M. Cossio al pagar al Banco de Perú y Londres una
hipoteca que grababa sus bienes en cinco mil soles.
Por su parte don Eduardo de Cossio y de la Torre, vendió sus derechos
al referido don José Carmen Chávez, anteladamente, mediante escritura que pasó el 2 de octubre de
1896, ante el Notario doctor José Sebastián Calderón.
Don Manuel Alejandro Cossio Berenguer permutó por igualación sus
derechos en la casona de Santa Catalina con los que tenía la señorita Mercedes
Tejeda Cossio en una finca rústica de Tambo. La permuta se realizó mediante escritura
pública que pasó ante el Notario doctor José María Tejeda, el 28 de abril de
1910.
A su vez don José Carmen Chávez, mediante su apoderada y esposa, señora
Rosalía Almonte de Chávez vendió los derechos en la Casona de Santa Catalina, a
favor del doctor Lucio Fuentes Aragón,
mediante escritura otorgada ante el Notario doctor Manuel Ygnacio Campos, el 11
de abril de 1917.
El abogado doctor Lucio Fuentes Aragón vendió estos mismos derechos a
doña Mercedes Tejeda y Cossio, por el
valor de 710.16 soles, según escritura que pasó ante el Notario doctor Abel
Ygnacio Campos, el 4 de diciembre de 1919.
Doña Mercedes Cossio Berenguer viuda de Tejeda falleció intestada y se
declaró, judicialmente, por sus herederos a sus hijos: Mercedes, Alejandro,
Zoila, Carlos, Oscar, Rosa, Roberto, Eduardo, Celia y Baldomero Tejeda y
Cossio. Todos éstos, con excepción de
don Eduardo Tejeda y Cossio, vendieron sus derechos en la Casona a la señorita
Mercedes Tejeda y Cossio. El acto se efectuó mediante escritura de 30 de junio
de 1913 que pasó ante el Notario doctor Abel Ygnacio Campos. Don Eduardo Tejeda y Cossio vendió sus
acciones en la Casona al señor Cura don Manuel A. Barrios, el 1 de junio de
1914 y éste a don José Carmen Chávez. Estos
derechos fueron comprendidos en una permuta antes indicada.
Doña Mercedes Tejeda Cossio vendió toda la propiedad de la Casona de
Santa Catalina, en el precio de 800 mil soles, a doña Cristina Tejeda Pacheco,
según Escritura de Venta que pasó el 2 de febrero de 1970 ante el Notario
doctor Eduardo Benavides Benavides. Doña Cristina Tejeda Pacheco, presentó en Registros
Públicos de Arequipa el correspondiente Título de Propiedad el 18 de febrero de 1970 bajo el Nro. 243 del
TM. 51 del Diario; Legajo E-5190 del Diario.
La Casona fue usada durante muchos años como local de la Escuela
Primaria de Segundo Grado “Luis H. Bouroncle”.
El Banco de la Vivienda del Perú, adquirió el dominio del inmueble
comprándolo de doña Cristina Tejeda Pacheco en el precio de 238 millones de
soles, según contrato suscrito el 16 de noviembre de 1983 y que fue inscrito,
con legalización notarial de firmas, en los Registros Públicos, en el Asiento
2704 del Diario; Legajo E-142023
Mediante Resolución Jefatural del Instituto Nacional de Cultura Nº 523
del 6 de septiembre de 1988, la Casona de Santa Catalina fue declarada
Monumento Histórico. Esta declaración fue inscrita en los Registros Públicos a
solicitud del director del Instituto Departamental de Cultura de Arequipa,
señor Luis A. Sardón Cánepa el 18 de febrero de 1999. La inscripción de la condición de Monumento
Histórico se formuló en cumplimiento de lo dispuesto por la Ley Nº 24047, Ley
General de Amparo al Patrimonio Cultural de la Nación.
Posteriormente la Inmobiliaria 301 Sociedad Anónima, inscrita en la
Ficha 212101 en los Registros Públicos de Lima, adquirió el dominio de la Casona
de Santa Catalina, pagando al Banco de la Vivienda del Perú la suma de 162 mil
dólares americanos. El documento de compra-venta
firmado el 17 de octubre de 1994 pasó ante el Notario de Lima, doctor Ricardo
Fernandini Barreda. El respectivo Título
de Propiedad fue presentado ante los Registros Públicos de Arequipa el 28 de
junio de 1995 en el asiento 74547 del TM uno del Diario, Legajo E-00074210.
Remodelada la Casona, desde 1998 hasta el 2003 sirvió, cedida en uso
por la empresa propietaria del inmueble, como sede del Museo de Santuarios de
Altura de la Universidad Católica Santa María.
Durante esos años diversos cuerpos de niños sacrificados y congelados,
rescatados de los altares incaicos ubicados en las cumbres andinas, fueron
expuestos ante el turismo internacional. Entre esos cuerpos congelados, exhibidos allí,
figura el conocido como “Juanita, la Dama del Ampato” y que ha generado la
publicación de numerosos artículos, libros e informes televisivos a nivel
mundial.
Luego, el dominio de la propiedad de la Casona pasó a la Corporación
Cervesur S.A.A., en virtud de la transferencia de dominio por fusión, que
realizó con Inmobiliaria 301 S.A. Esto
se efectuó en mérito a la fusión por absorción, bajo la modalidad de fusión
simple, celebrada mediante escritura, el 18 de Enero del 2004, ante el Notario
doctor Carlos Enrique Gómez de la Torre Rivera. El valor asignado para el inmueble fue de 4
millones 714 mil 357.78 nuevo soles. El
título fue presentado ante Registro Públicos el 1 de octubre del 2004 bajo el
Nro. 2004-0001671-01 y 15791-13.
El último cambio de propiedad se produjo el 10 de enero del 2005. La empresa Servicios Turísticos Santa
Catalina S.A., inscrita en la Partida Registral Nro. 11044368 del Registro de
Personas Jurídicas de Arequipa, adquirió la citada Casona de su anterior
propietario la Corporación Cervesur S.A.A.
Servicios Turísticos Santa Catalina S.A. pagó la suma de 350 mil
dólares americanos, según consta en la Escritura Pública que pasó ante el
Notario doctor Carlos Enrique Gómez de la Torre Rivera. El correspondiente título de propiedad fue
presentado ante Registros Públicos el 13 de enero del 2005 bajo el Nro.
2005-00000755-01.
De los 3125 m2, que inicialmente debió tener la Casona que
nos ocupa, su área quedó reducida a sólo 1 157.50 m2. Superficie
ésta que, como unidad, fue registrada el 15 de enero de 1910. Posteriores mediciones señalan
para el inmueble un área total de 1 258.03 m2, área muy próxima a la
estimada a la de mitad de un solar.
La
arquitectura predominante
Aunque no se ha ubicado documentación sobre las obras de construcción y
reconstrucción que se han efectuado en cuatro siglos y medio de historia, es
factible que muchos de los ambientes que exhibe tengan sus raíces a mediados
del siglo XVIII, después de los terremotos del 8 de enero de
1725 y del 13 de mayo de 1784. Es
lógico también considerar que la Casona de Santa Catalina 201 fue
reacondicionada después del terremoto del 13 de agosto de 1868.
Y en
este siglo, los terremotos del 15 de enero de
1958 y del 13 de enero de 1960, causaron severos daños, especialmente en las
casonas construidas sobre la base de sillar y
calicanto.
A
mediados del siglo XVIII, cuando se debió levantar la Casona de Santa Catalina,
el historiador don Ventura
Travada y Córdova afirma sobre la forma
de construir que:
“… el porfiado tesón de labrar casas de cal y
canto, ha creado tantos oficiales peritos en la arquitectura que labran
pedestales, levantan pilastras y columnas capiteles y si les preguntan lo que hacen responderán que
mejor lo saben hacer que decir, porque es la natural arquitectura en que los
tiene la práctica tan aleccionados. De
esta suerte se ve todos los días hacer fábricas en la ciudad, no solamente
casas regulares, sino también de eminentes torres, elevadas cúpulas y otras
obras que llama el arte maestras”.
Las viviendas arequipeñas de mediados del siglo XVII, en su
mayoría contaban con dos patios rodeados de habitaciones, además de un huerto y
caballeriza y, obviamente ante el temor de los terremotos, la mayoría de ellas
de un solo piso.
Después de los terremotos de 1784 y de 1868, que obligaron a la reconstrucción de la ciudad,
reciclando los restos que quedaron en pie, se alteraron las fachadas y en
algunos casos se reforzaron las paredes con contrafuertes. Las fachadas fueron
tornándose neoclásicas y desapareciendo las ornamentaciones talladas.
En todo caso, es desde 1784 en adelante que las paredes de sillar adquieren una gran sección, un mayor volumen,
alcanzando su grosor entre uno o dos metros.
En realidad el ancho de estas paredes obedece a la albañilería
empleada, consistente en dos paredes de sillar, una interna y otra externa,
rellenadas en medio con retazos de sillar o piedras, unidas con un mortero de
arena y cal.
Estas anchas paredes, posibilitaron sostener bóvedas de sillar, aún
cuando se carecía de los conocimientos y técnicas de la resistencia
estructural. Los alarifes de los siglos
XVIII y XIX optaron por construir los edificios y las viviendas aprovechando la gravedad, al hacer depender la
solidez de las bóvedas en paredes anchas y en la presencia de las dovelas, o
cuñas de cierre.
Los vanos son salvados con el empleo de arcos, los que son dintelados
horizontales en el caso de luces pequeñas y con arcos de medio punto para vanos
de mayor dimensión. Ocasionalmente se emplearon otras variantes de arcos como
los ojivales y los de herradura.
De otro lado, la evacuación de las aguas en la temporada de lluvias se
efectuaba mediante gárgolas o chorreras y la iluminación de las calles se hacía empleando
linternas o candiles de aceite que cada propietario colocaba frente a las
fachadas de sus casas.
La presencia de alacenas y hornacinas, así como una arquería destinada generalmente como
comedor fueron otras de las características que adquirieron las viviendas arequipeñas,
que por otro lado lucían decoraciones pintadas en casi todos sus
ambientes. El sillar cara vista que hoy ostentan las casonas del Centro
Histórico de Arequipa, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, pocas
veces se dio en los siglos de su construcción.
Arequipa, 25 de
febrero del 2005
Dante E. Zegarra López
CPP Reg. 0143-CDA
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