Dante E. Zegarra López
AREQUIPA AL DIA
Muchos son los jesuitas que llegaron y llegan
desde otras latitudes para trabajar en Arequipa.
Si se tratara de hacer un rápido listado de los
más connotados jesuitas que llegaron para trabajar en las obras de su orden en
Arequipa, no se podría dejar de mencionar en primer lugar al Padre José Acosta,
que fue de los tres primeros jesuitas que llegaron a Arequipa en 1573.
El intervino, posteriormente, en su calidad de
Provincial, en el acto de restitución del Colegio de Arequipa, que fuera
cerrado por orden del Virrey Francisco de Toledo.
Estudioso de las ciencias naturales, al parecer
fue el primer español que dejó testimonio de haber ascendido a la cumbre del
volcán Misti. Una detallada descripción del cráter del volcán, escrita antes de
1600, avala la presunción.
Mención especial, en cualquier recuento de los
jesuitas que llegaron hasta Arequipa para desarrollar su labor pastoral, tiene
que tener el padre Alonso Ruiz, no sólo por ser el primer jesuita que
falleciera en estas tierras (1599) sino por su apostolado.
Natural de Córdova, el padre Alonso Ruiz murió
a los 72 años, de los cuales 46 los vivió como jesuita.
Fue provincial en Roma, rector en Granada,
procurador en Andalucía, rector en Arequipa, Chuquiago, Quito y Panamá, además
de visitador y vice provincial en Lima.
Sus restos reposan en la Sacristía del templo
de La Compañía y, se recuerda en una placa que fue maestro de novicios de San
Estanislao de Kostka, santo polaco fallecido en Roma en 1567.
El hermano jesuita Bernardo Bitti, eximio pintor
que sentó las bases de la pintura colonia peruana, ha dejado en Arequipa cuatro
de sus obras. Nacido en Camerino, comarca italiana de Ancona, estudió al lado
de discípulos de Miguel Angel.
Llegó al Perú en 1575 y dedicó su vida a
embellecer con sus obras, los diversos templos que los jesuitas levantaron en
el Perú.
En Arequipa permaneció en dos oportunidades, a
finales del siglo XVI y comienzos del XVII. De su permanencia en esas
oportunidades han quedado como recuerdo, hasta nuestros días cuatro importantes
obras que se conservan en el templo y sacristía de La Compañía.
"Virgen con el Niño" (1596),
"Nuestra Señora de la Candelaria", "Lágrimas de Pedro" y
Resurrección de Cristo", conforman las obras que aún se conservan,
ejecutadas por el hermano Bernardo Bitti.
Otro pintor y hermano jesuita que dejó las
huellas de su paso por Arequipa fue Diego de la Puente. Nacido en Malinas
(Bélgica). Ingresó en La Compañía en 1605 y estuvo en Arequipa, después de
1620.
La plástica peruana le debe a él, la
introducción de la corriente pictórica denominada el tenebrismo y que los
artistas huamanguinos adoptaron.
Las obras que realizó en Arequipa son
"Extasis de San Ignacio de Loyola en la Storta", "Presentación
al templo", "Entrada de Jesús en Jerusalem" y "La Ultima
Cena". En esta última obra del hermano De la Puente incluyó en la mesa
alimentos nacionales como el cuy, los ajíes y los quesos serranos.
También estuvo en Arequipa, el hoy beato Roque
Gonzáles S.J. Fue desde esta ciudad que partió hacia el Paraguay para trabajar
en las misiones entre los indios guaraníes. Precisamente allí fue muerto en
1620.
La presencia de los jesuitas en Arequipa, se ha
hecho sentir en casi todas las manifestaciones de la actividad ciudadana. Así
por ejemplo, el deporte se vio impulsado con la presencia del padre Alfredo
Bernard S.J.
Fundado el colegio San José en 1898, el padre
Alfredo Bernard S.J., introdujo la práctica del fútbol entre los niños que se
educaban en ese plantel.
Ya en nuestros días, aun cuando muchos jesuitas
son recordados, sin duda alguna es el padre Carlos Spallarosa Pozo S.J.
Nacido en Génova, al llegar al Callao optó por
identificarse únicamente como Carlos Pozo, por la dificultad que suponía la
correcta pronunciación de su apellido paterno. Ordenado sacerdote el 15 de julio
de 1956, y tras unos cuantos días en Lima, el padre Pozo fue designado para
trabajar en Arequipa.
En esta ciudad fue testigo de los terremotos
que la afectaron en 1958, 1960. A raíz de ellos y de una fuerte sequía que
afectó el sur del país, Arequipa comenzó a afrontar un crecimiento suburbano.
El padre Pozo conocedor de las necesidades
espirituales de los vecinos de Alto Selva Alegre, empezó su trabajo apostólico
celebrando la Santa Misa en medio del arenal, al mismo tiempo que fue
identificándose con los problemas materiales de esa comunidad.
Así en medio de la labor pastoral y los
primeros trabajos de ayuda mutua, siguiendo las enseñanzas del Evangelio gestó
junto con pobladores de la zona, lo que hoy se conoce como los Círculos
Católicos.
Bajo esta denominación se ha desarrollado una
actividad febril de construcción de escuelas, colegios, templos, postas
sanitarias, residencias para niños y niñas, enfatizando en todos los casos la
formación espiritual.
La difusión de los Ejercicios Espirituales de San
Ignacio, desarrollados en periodos de 3, 4, 5, 8 o 15 días, son en la práctica el eje de la labor
social y pastoral que desarrollan los Círculos Católicos, bajo la atenta
dirección de su fundador, el padre Carlos Pozo S.J.

1 Comments:
At 8:15 p. m.,
Comunicando Naturaleza said…
Hola. Me gustaría saber si todavía vive en Arequipa. Quisiera saber cómo ubicarlo para una consulta académica. Muchas gracias.
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