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Dante E. Zegarra López, Periodista, Arequipa (Perú)

viernes, enero 26, 2018

¿Hasta cuándo el manoseo de nuestras FF.AA.?


¿Hasta cuándo el manoseo de nuestras FF.AA.?


Por Dante E. Zegarra López

Cada año, en el mes de octubre, miramos con discreción y preocupación el final del proceso de ascensos en nuestra Fuerza Armada. Es el mes en el que se repite, como una letanía, especialmente en el Ejército, denuncias de favoritismo y amiguismo.
Este año, no ha sido la excepción. Un arequipeño, coronel de infantería, Luis Flores, al parecer fue la víctima. Fue sacado del cuadro de ascensos al grado de general de brigada.
Casos como este, e incluso mucho más graves, se verifican año en pos de año. Uno de los más saltantes de los últimos tiempos, se produjo durante el gobierno del presidente Alan García Pérez. Haciendo mal empleo de su condición de Jefe Supremo de la Fuerza Armada, ascendió al Jefe del Regimiento Escolta, sin que este hubiese alcanzado la vacante correspondiente. Algo similar intentó hacer en la Marina, pero este Instituto hizo respetar las leyes y reglamentos. No así el Ejército.
Otro caso similar fue denunciado en el 2012 por el general de brigada (r) Roger Zevallos Rodríguez, como una grosera manipulación en los ascensos en el Ejército. El hecho involucró, a quien es actualmente Comandante General del Ejército, Roger Emilio Hurtado Jiménez. En el cuadro de méritos al 30 de septiembre, figuraba en el puesto 12 de los aspirantes a general de división, con 90 puntos. Un día después fue ubicado en el segundo puesto con 98.33 puntos. El general de brigada Fernando Leoncio Acosta Rodríguez, inicialmente ubicado en el tercer puesto con 94 puntos, insuficientes para el ascenso, apareció finalmente en el primer lugar con 99 puntos. Con esta arbitrariedad, cocinada en una noche, dos oficiales con méritos profesionales fueron postergados.
El general Zevallos Rodríguez, denunció también que el coronel Rafael García Panta, fue ascendido a general de brigada a pesar de ubicarse en el décimo puesto del cuadro, habiendo opción sólo para los cinco primeros. Los coroneles de Infantería Fernando Acosta Rodríguez, Daniel Forno Castro Pozo y Juan Salazar Laba y de Ingeniería José Galindo Herrera, fueron promovidos, gracias al cambiazo en el Cuadro de Méritos.
En años anteriores, llegaron a ser oficiales generales, quienes habían falsificado o alterado documentos de sus hojas de servicio. Un caso que me viene a la memoria es el de un general que llegó a ser Inspector en la Región Sur, que obtuvo el ascenso teniendo un proceso disciplinario en marcha. Fue el propio Comandante General del Ejército de ese entonces, Otto Guibovich, quien conociendo el caso, lo apañaló. Ambos tenían la misma especialidad y, por un falso espíritu de cuerpo, socapó la inmoralidad. Guibovich, hizo público que el proceso había concluido, faltando a la verdad.
Estos casos muestran la necesidad de establecer parámetros que imposibiliten que oficiales mediocres lleguen a ocupar los altos mandos militares, sólo por el hecho de pertenecer a la promoción del Presidente de la República o por estar recomendado de alguien cercano a la esfera del primer mandatario.

Una promoción mediocre

Observar los ascensos militares actuales, nos hace recordar los tiempos del cogobierno Fujimori-Montesinos, en que se modificaban los cuadros de Méritos, para ascender a los oficiales que pertenecían a la promoción del asesor.
Hoy, los favorecidos con los soles radiantes de las insignias de generales son los integrantes de la promoción “Héroes de Pucará y Marcavalle”, a la que pertenece el teniente coronel Moisés Ollanta Humala Tasso, hoy Jefe de Estado.
Desde el 2010 hasta este año, 22 integrantes de esa promoción de la Escuela Militar de Chorrillos llegan a ser oficiales generales. De ellos sólo uno fue ascendido en el gobierno anterior. De hecho la promoción “Héroes de Pucará y Marcavalle” ha establecido un récord, difícilmente superable.
La promoción “Montesinos” como se conocía a la “Centenario del Combate del Dos de Mayo de 1866”, logró totalizar 20 generales, de los cuales, por lo menos siete, fueron divisionarios.
Si observamos los antecedentes profesionales de los oficiales de la promoción “Héroes de Pucará y Marcavalle”, podremos colegir que el calificativo de mediocre, es el adecuado.
Para comprobar lo aseverado, basta señalar que ninguno de los 187 integrantes de esa promoción, obtuvieron nota que les permitiera lograr el ascenso al grado de coronel, a la primera presentación. Para los entendidos del campo castrense, los oficiales que tienen algún mérito en esa promoción, se pueden contar con los dedos de una mano.

El control político

Durante años, los ascensos a oficiales generales, debían contar con la aprobación mayoritaria del Congreso de la República. Ello originaba el desfile interminable de los postulantes a la séptima y octava jerarquía militar, por entre los curules, convirtiendo a este proceso en un hecho político.
Para superar esa situación se optó por que  sea el Presidente de la República, quien refrendase los ascensos, que en principio debían ser decididos por las juntas calificadoras de los Institutos castrenses.
Bien pronto, se apreció que esta medida quedaba distorsionada o vulnerada por las interpretaciones “auténticas” que se iban manejando conforme las inclinaciones del gobernante político deseaba. Así las invitaciones de pase al retiro como los ascensos, se han venido manejando en los últimos años. Esas maniobras permiten mantener el control de los mandos superiores de las instituciones militares.
Aun cuando la vigésima quinta política de estado del Acuerdo Nacional: señala como deber del Estado la “Cautela de la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y su servicio a la democracia”, no existe respeto a la mencionada institucionalidad. Las pruebas de ello, están resaltadas en las líneas anteriores.
Observando los hechos verificados en materia de ascensos durante el gobierno de Fujimori y su asesor Montesinos y contrastándolos con los realizados por el gobierno de Humala Tasso y su asesor Villafuerte, es difícil encontrar diferencia.

Necesidad de cambio

Desde hace años, todos los hechos apuntan a una necesidad de cambio. Un cambio que no signifique un maquillaje de las normas existentes o, lo que es peor, una maniobra para el control de la Fuerza Armada, como el que se quiere dar mediante la propuesta de Ley que el Ejecutivo envió al Congreso para modificar los artículos 6, 7 y 10 de la Ley de Ascensos de Oficiales (Ley 29108)
Desde el interior del Ejército se han levantado voces que reclaman que “no se quiere “élites” mal seleccionadas, mucho menos que no tengan las calidades y cualidades que merece el pueblo del Perú, peor que ostenten signos exteriores de riqueza incoherentes al bajo sueldo”.
Esas mismas voces señalan que “Si hay militares de cualquier jerarquía con propiedades o gastos que superan a sus ingresos, se podría pensar que no se obtuvieron lícitamente, y se sabe que ese tipo de personas siempre irán por más. ….Esos, no se quiere en el Ejército de Bolognesi!....”
Buscando, se dice, una mejor forma de evaluación de los oficiales aspirantes a los mandos superiores, en los últimos años se ha hecho uso del llamado “aplausómetro”. Este sistema se refiere a la nota de concepto que colocan los superiores en el grado a un candidato, siempre y cuando se encuentre en condiciones de evaluarlo. Lamentablemente, se ha distorsionado esta medida pues todos se sienten con que reúnen tal condición, incluso aquellos que nunca conocieron al oficial candidato.
El “aplausómetro” o como técnicamente se denomina “apreciación del comando” tiene un peso de 10 por ciento de la nota que califica la “aptitud profesional”.  Los otros factores en este rubro son: Antecedentes académicos (25%); Antecedentes de desempeño operativos y administrativos (65%). La suma de la aptitud disciplinaria (20%) y la aptitud profesional (80%) dan como resultado la nota final del candidato a ascenso.
Quienes conocen el sistema de evaluación militar señalan que “La diferencia entre candidatos al Ascenso a General de Brigada y General de División, por efecto de un sistema de evaluación mal aplicado, es de milésimas, existiendo poca diferenciación entre “buenos” y “malos”, pues la mayoría es evaluado anualmente con notas de atributo “sobresaliente”, es decir superiores a 95 puntos.
Según el general Roger Zevallos, la manipulación del factor “apreciación del comando” puede cambiar fácilmente la vida de muchos Oficiales candidatos.
Otros oficiales han señalado que factores que afectan la calificación, están relacionados directamente a la falta de uso de la Libreta de Apreciación y registro inadecuado de evaluación periódica; al temor de perjudicar a los evaluados con notas que en el consenso son apreciadas como malas; a la calificación basada en los últimos meses o semanas previos a la calificación.
Otros factores negativos en el actual sistema de calificación de los oficiales es la asignación de notas basada en vínculos de amistad formados durante el año o previamente; la existencia de Oficiales proclives a la adulación activa o pasiva; la apreciación de personal bajo influencia de intereses particulares; el premio o castigo a “lealtades” mal entendidas; la pereza del calificador para no realizar una apreciación detallada del calificado y la lentitud en el trámite de los Informes de Evaluación.

En manos del Congreso

Desde el pasado 2 de septiembre, el proyecto presentado por el Ejecutivo para modificar los artículos 6, 7 y 10 de la Ley de Ascensos de Oficiales de la Fuerza Armada, se encuentra listo para ser incluido en el Orden del día. La Comisión de  Defensa Nacional, Orden Interno, Desarrollo Alternativo y Lucha contra las drogas, aprobó el dictamen por mayoría, con 9 votos a favor de un total de 17.
So pretexto de aprovechar la experiencia de los oficiales, se pretende alargar el tiempo de servicios. Esta medida permitiría que los integrantes de la Promoción “Héroes de Pucará y Marcavalle” (1984) se mantengan en filas hasta el 2024.
Es bueno recordar que hasta el 2004 un general de división pasaba al retiro a los 60 años y desde el 2012 a los 66.

(28 octubre 2014)