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Dante E. Zegarra López, Periodista, Arequipa (Perú)

lunes, enero 15, 2018


Un diablo que vino en barco
Un diablo que vino en barco
Dante E. Zegarra López

El diablo llegó formando parte de un púlpito, a bordo de un barco desde Francia, en medio de una guerra, como producto de un legado de una dama arequipeña y la apreciación artística del hermano de un Obispo. Y desde hace 126 años vive aplastado por la fe, en la Basílica Catedral de Arequipa.

El monumental púlpito de la Catedral, desde hace más de tres décadas, sólo cumple una función decorativa, al haber quedado en desuso la utilidad de éstos en las funciones litúrgicas de la Iglesia. El empleo de altavoces y la costumbre de pronunciar las homilías en medio de la feligresía, dejaron a los púlpitos sin la razón práctica de siglos pasados. Incluso su ubicación, al celebrarse la Eucaristía con el sacerdote mirando al pueblo, ha quedado ubicado en el lado opuesto al que debía. El púlpito debe estar en el lado del Evangelio, es decir a la derecha del celebrante.

Los púlpitos, cuyos orígenes se remontan a tiempos antes de Cristo, tuvieron su origen en el Logelon, del teatro griego, introducido por Esquilo, al igual que en el bema o bima, que los judíos emplearon en las sinagogas para leer la Sagrada Escritura o dirigir la palabra al pueblo.
En la era cristiana, fueron las basílicas latinas del siglo IV quienes introdujeron la presencia de estos elementos. Dos ambones fueron primero, antes de quedar reducidos a uno.

Tras el incendio que sufrió la Catedral arequipeña el 1 de diciembre de 1844, ésta tenía necesidad de un púlpito, el que llegó de Francia, 35 años después.

Al parecer, el púlpito de la Catedral nunca fue oficialmente inaugurado (y posiblemente tampoco bendecido), por lo menos con la solemnidad con que se acostumbraba. La razón, habría estado vinculada con la muerte, en Lima del obispo de Arequipa, monseñor José Benedicto Torres, el 8 de enero de 1880.

El Maestrescuela de aquella época, Mariano Lorenzo Bedoya, fue quien recibió los quince cajones que llegaron de Lille (Francia) en barco, trayendo el púlpito para la Catedral, con el diablo incluido.

Llegó, como si fuera un rompecabezas. Esto obligó al buen Maestrescuela a solicitar la colaboración de Eduardo Ponsignon (Cónsul francés en estas tierras) y de Mariano Dámaso Romaña, para que interpretando los planos, dirigieran a los carpinteros contratados para ensamblar las piezas.

La matrona arequipeña, doña Javiera Lizárraga viuda de Alvarez Comparet, dejó su casa como legado, para que con el producto de su venta se hiciese construir un púlpito para la Catedral.
La casa, que a la muerte, de doña Javiera estaba valuada en ocho mil pesos, se deprecio después del terremoto de 1868, que la arruinó en parte.

Con todo, la venta de la casa, produjo la suma de 6,027 pesos, de los cuales seis mil, con sus réditos, fueron suficientes para pagar al artista y, satisfacer los gastos de embarque, conducción y seguros hechos en Europa.

Inicialmente, según figura en el octavo libro de acuerdos del Cabildo Eclesiástico (sesión del martes 6 de febrero de 1877), se buscó en Arequipa, Lima y Cusco al artista que se hiciese cargo de la construcción del púlpito de la Catedral, sin éxito.

Ante la ausencia de artistas o artesanos que asumieran la ejecución del trabajo en el país, se encargó (como otras tantas cosas) al Ministro Plenipotenciario del Perú en Francia, el arequipeño Juan Mariano de Goyeneche y Gamio, para que contratase la obra con algún artífice europeo.

Don Juan Mariano, lo encargó a los talleres de Buisine-Rigot de Lille (Francia). El taller propiedad de Charles Buisine-Rigot era una empresa familiar en la que destacaba la presencia del hijo de éste, Edouard. Charles fue el más importante carpintero escultor de Lile en el siglo XIX. El púlpito construido en los talleres francés llegó a Arequipa el 16 de diciembre de 1879.
Trabajado en dura madera de encima, presenta tallado, en su pie, al diablo alado que con su cola lo enrosca, aplastado por la fe, y sobre él, una cazoleta en la que se levanta la cátedra. Rodeando la base de la cazolera figuran seis imágenes de ángeles.

La cátedra tiene, talladas en alto-relieve, las imágenes neogóticas que representan a los evangelistas y a Jesucristo. Este, en medio, muestra un libro abierto con la inscripción en latín "Qui vos audit Me audit" ("Quien a ti escucha, me escucha a mi").
En el respaldar, por un lado, se presenta la imagen de la Virgen, en su advocación de la Inmaculada y, por el otro, la de San José.

El tornavoz, que cubre como dosel el conjunto, sostenido por dos columnas que se levantan sobre la cazoleta, presenta el símbolo del Espíritu Santo, la paloma, irradiando sus luces.
La Cruz, levantada sobre una torre sostenida con especies de arbotantes, corona el tornavoz.
El bello conjunto del púlpito está ornamentado con racimos de uvas, ramos de olivo, adornos de frutas y ánforas rodeadas con cabezas de águilas.

La doble escalera que desde atrás lleva hasta la cátedra, tiene por delante una pequeña puerta. En los frisos de las paredes laterales que sostienen la puerta, se presentan las alegorías de los evangelistas: el águila (reconstruido), el toro, el ángel y el león.

Estas alegorías están basadas en los comienzos de cada uno de los Evangelios que escribieron. San Marcos es representado por el león ya que su evangelio empieza con la predicación de Juan "El Bautista" en el desierto; Lucas queda representado con el toro o el becerro, porque su escrito comienza con el sacrificio de Zacarías; a Mateo la iconografía lo representa por un hombre alado, toda vez que su texto empieza con la genealogía humana de Jesús, en tanto que a Juan con el águila que clava su mirada al sol ya que su libro comienza fijando su mirada en la eterna generación del Verbo.
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Un altar de mármol de Carrara
Un altar de mármol de Carrara
Dante E. Zegarra López

El principal templo de Arequipa, desde 1892 exhibe un bello Altar Mayor, fabricado en mármol de Carrara y en bronce.

La obra fue costeada por los sobrinos del obispo de Arequipa y Arzobispo de Lima, Sebastián de Goyeneche y Barreda. Una placa en la parte posterior del citado altar, presidida por el estema del arzobispo Goyeneche, recuerda a quienes donaron. Ellos, José Manuel Conde de Guaqui, Carmen, José Sebastián y María Josefa de Goyeneche y Gamio, que generalmente residían en España y Francia, encargaron a un artista italiano la confección del citado altar mayor.

El altar ubicado delante del ábside catedralicio tiene como coronación un ciborio, nombre que se da a un baldaquino cuando está cerrado con un elemento de metal.

En el ciborio, circular, de bronce, tiene repujado la imagen de la Ascensión de Jesús. Está flanqueado por cuatro columnas de más de dos metros y ubicado por encima del sagrario. Hasta la festividad del Corpus Christi de este año, sirvió para guardar la gran custodia de oro y plata de la Catedral. Ahora, funcionando más como un baldaquín, es el ambiente para la imagen de la Virgen de la Asunta o de Nuestra Señora de la Asunción, patrona de la ciudad, en cuya festividad fue fundada Arequipa hace 465 años.

Dos accesos de gradas a los costados posteriores del altar permiten el acceso a lo alto del ciborio. Desde allí se puede apreciar en la pared del ábside la imagen de san Camilo de Lesli que perteneció a su templo hoy desaparecido.

Las columnas, los laterales y en si todo el altar está decorado con grabados que presentan todos los símbolos de la Eucaristía. En la parte inferior del frontis del altar hay un grabado en bronce que representa la Última Cena.

Según la tradición, el altar y las losetas de mármol que se colocó en piso del interior del templo y en el espacio del atrio llegaron en tres navíos.

El artista contratado para hacer la obra fue el italiano Felipe Moratilla, quien cuenta con obras de importancia en distintos puntos del mundo. Entre ellas figuran las estelas funerarias existentes en la Capilla de San Diego de Alcalá, donde se encuentran los restos de los dos papas de la familia Borja o Borgia, Calixto III y Alejandro VI.

Años antes de construir el altar mayor para la Catedral de Arequipa, en noviembre de 1882, el Estado de Bolívar (Venezuela) encargó al escultor italiano Felipe Moratilla, para que hiciera nueve bustos de mármol blanco de Carrara, correspondientes a los patriotas ejecutados el 24 de febrero de 1816 por el régimen pacificador de Pablo Morillo; y uno de Manuel Rodríguez Torices, víctima también de su amor a la patria.

Obras de este artista, constructor del Altar Mayor de la catedral arequipeña, también son el Monumento a Themys y Baco existente en los jardines de Méndez Núñez, en La Coruña (España) y el Monumento al Pescador Napolitano (Italia). Esta última obra presenta la figura de joven desnudo recogiendo cangrejos con una red, realizado en bronce de color negro, con una base de bronce y colocado sobre una argamasa de cemento y piedra.

El Coro Capitular
Completa el ambiente del presbiterio una sillería destinada para el Coro Capitular, donde diariamente, a las nueve de la mañana, los canónigos de la Catedral se reúnen en comunidad para rezar.

La sillería tiene, por encima del respaldar, una imagen sagrada.

En el caso de la sillería de la Catedral de Arequipa la disposición es la siguiente:
Partiendo del lado izquierdo del altar mirando a los fieles, es decir del lado opuesto al de la sacristía, y partiendo desde el altar hacia los fieles se encuentran las imágenes de Santo Tomás de Aquino, San Bernardo, San Basilio sobre la silla del 2º Racionero, de San Juan Crisóstomo sobre la silla del Magistral, San Agustín sobre el 2º de Merced, Nuestra Señora, San Jerónimo sobre la silla del Doctoral, San Atanasio sobre la silla del 1º Racionero, San Gregorio, San Matías y San Juan.

Partiendo del lado derecho del altar mirando a los fieles, es decir del lado donde se encuentra la Sacristía, se encuentran las imágenes de Santo Domingo sobre la silla del 1º de Merced, Evangelista San Lucas sobre la silla del Maestrescuela, San Rafael sobre la silla que ocupa el Arcediano, San Pablo, la imagen de Jesús con un copón sobre cátedra del arzobispo, San José, San Miguel sobre la silla del Deán, Evangelista San Marcos sobre la silla del Chantre y de San Francisco de Asís sobre la silla del Tesorero del Venerable Cabildo Metropolitano.
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Una catedral tachonada de columnas
Una catedral tachonada de columnas
Dante E. Zegarra López

Si hay un elemento arquitectónico que destaca en la Basílica Catedral de Arequipa, éste es, sin duda alguna, la columna. Pareciera que fuera en el concierto del espacio arquitectónico hubiera un solo de columnas. Los 107 metros de largo que tiene están tachonados de estos elementos.

Sólo el cuerpo de la Catedral exhibe 72 columnas, dispuestas simétricamente, flanqueando las tres puertas y las dos torres que tiene. Cada una de las torres presenta 28 columnas, 20 en el primer nivel y 8 en el segundo.

También, en el exterior los dos arcos que enmarcan junto con la reja de hierro que enmarca el atrio, suman 18 columnas de 14 metros de altura. Mientras que las columnas de 14 metros en la fachada del atrio apenas son 8 y las columnas de seis metros totalizan 64.

En lo que podríamos denominar fachada del sector norte, el que da al pasaje de la Catedral, presenta 6 columnas: dos de 14 metros y cuatro de 6 metros.

En el interior, 12 pilares, de 15 metros de altura, separan, imaginariamente, las naves laterales de la principal.

Nueve son los altares que flanquean el Altar Mayor. Cada uno de ellos cuenta con dos columnas y cuatro pilastras. El Altar Mayor por su parte cuenta con un total de ocho columnas. El presbiterio, sector donde se ubica el Altar Mayor, tiene dispuestas en su semicírculo 18 columnas.

La Capilla del Señor del Gran Poder por su parte añade 16 columnas; en el ambiente donde se ubica el gran órgano tiene 4 columnas y 16 pilastras y flanqueando las alegorías de los cuatro Evangelistas existen en total ocho columnas.

En resumen la Catedral de Arequipa cuenta con 230 columnas, 52 pilastras y 12 pilares, con lo que se comprueba que este elemento arquitectónico se enseñorea en el principal templo de Arequipa.

Una columna es una pieza arquitectónica vertical y de forma alargada que sirve, en general, para sostener el peso de la estructura, aunque también puede tener fines decorativos como es el caso de las que adornan el hastial o fachada del mediodía (aquella que da hacia la Plaza de Armas).

De ordinario la sección de la columna es circular. Cuando es cuadrangular, como las que presenta la Catedral en su interior, suele denominarse pilar o pilastra.

La columna está comúnmente formada por tres elementos: basa, fuste y capitel.
Atendiendo a su disposición en relación con otros componentes de un edificio, pueden distinguirse estos tipos de columnas:

Columna aislada o exenta: La que se encuentra libre y separada de cualquier cuerpo de la edificación. La totalidad de las columnas externas de la catedral corresponden a esta categoría.

Columna adosada: La que está yuxtapuesta a un muro u otro elemento de la edificación. En el interior de la catedral sólo hay pilastras adosadas, generalmente flanqueando los altares.

Las columnas de la basílica catedral corresponden al orden compuesto. Este orden no pertenece al grupo de los órdenes arquitectónicos griegos (dórico, jónico y corintio), sino que, con el toscano, es uno de las aportaciones romanas a los órdenes clásicos. En proporciones y elementos compositivos es idéntico al orden corintio, con dos salvedades: la basa es más rica en molduras y se asemeja a un capitel dórico invertido, mientras que el capitel es una mezcla o composición (de ahí el nombre del orden) del capitel jónico y del corintio. Del primero toma las volutas de la parte superior y del segundo las hojas de acanto que adornan la parte inferior.
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En el principio fue de sillar y de madera
En el principio fue de sillar y de madera
Dante E. Zegarra López

Dos incendios y varios terremotos la destruyeron y la hicieron cambiar de fisonomía. En un principio la hoy Basílica Catedral de Arequipa fue Iglesia Mayor. Tenía portada de sillar, techo de madera y una sola torre.

El Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad, entidad antecesora de la actual Municipalidad dio los pasos necesarios para la construcción de lo que inicialmente sería la Iglesia Mayor. Así el 14 de febrero de 1544 el Cabildo contrató a Pedro Godínez para que se encargara de la mampostería del templo, es decir las paredes, por el precio de 530 pesos. Luego el 23 de septiembre del mismo año contrató la ejecución de la portada con el cantero Toribio de Alcaráz.

El costo de la obra según contrato quedó al arbitrio y justiprecio que establecerían cuatro peritos nombrados por igual entre los contratantes. Finalmente el Cabildo contrató las obras de carpintería como era el de la cubierta o techo sobre tirantes con los maestros Gonzalo Álvarez y Juan Rodríguez.

Años después, el 28 de julio de 1569 se contrató la construcción de la Capilla Mayor y el respectivo arco toral con el gran alarife Gaspar Baez.

Pero de esta iglesia inicial no quedó nada o casi nada, tras el terremoto del 22 de enero de 1582, la erupción del volcán Huaynaputina en Moquegua y que sumió en tinieblas a Arequipa durante más de dos semanas.

Creado por segunda vez el obispado de Arequipa y desmembrado del de Cusco (13 de agosto de 1609), el primer obispo que llegó a la ciudad, Pedro de Perea, se dispuso a construir su catedral en 1621. El año anterior un incendio en la sacristía causó daños al edificio de la Iglesia Mayor. Su antecesor Cristóbal Rodríguez, murió en Camaná en 1613.

Catedral, derivada de cátedra, es el templo principal de la Diócesis, donde tienen su sede el obispo y sus ayudantes los canónigos. Se llama Catedral precisamente porque contiene la cátedra del Obispo. Del griego “Kathedra” que significa silla o asiento. La cátedra es la sede del obispo desde la cual enseña, santifica y dirige a su diócesis. Es el símbolo más antiguo del ministerio Episcopal.

En el caso de la de Arequipa es además, desde hace más 60 años, Basílica Menor. Se llaman así, a los grandes edificios de reunión. Actualmente el título de Basílica se concede a los templos cristianos que destacan por su capacidad, su historia y su significado para la vida de fe de una comunidad cristiana. Solo cuatro basílicas de Roma tienen el título de mayores o patriarcales (San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo)

El obispo Pedro Perea y el Cabildo Eclesiástico contrataron el 27 de enero de 1621 a Andrés de Espinoza para que construyera “un templo e iglesia que sirva de Catedral”. Según el contrato era de tres naves de 180 pies de largo por 84 de ancho. La cubierta o “cerramento” de ladrillo estaría soportada por 8 columnas del orden toscazo. Cinco capillas laterales rodearían al altar Mayor. Al igual que el primer templo la primera catedral de Arequipa contaba con su cementerio en el atrio.

Al fallecer Andrés Espinoza en 1628, la obra quedó inconclusa. Los trabajos los continuó el arquitecto Juan de Aldana, pero el asesinato de un esclavo de la Catedral a manos de otro de Espinosa mantuvo la obra semiparalizada hasta 1643.

Pasó el gobierno pastoral del obispo Agustín Ugarte y Saravia y, recién en el de Gaspar Villarroel quedó concluido, el 17 de septiembre de 1656. Sin embargo fue otro obispo quien la consagró, Juan de Almoguera, el 16 de abril de 1673.

El terremoto de Santa Úrsula volvió a dañar este edificio, en 1686. Esto obligó al obispo Juan de Cavero y Toledo a emprender trabajos de reconstrucción y además erigir al costado de la Catedral, hacia la calle de los Mercaderes, un templo denominado de San Juan.

El terremoto de 1784 destruyó el templo de San Juan puso en peligro el de la Catedral. El obispo José Sebastián de Goyeneche y Barreda, recién nombrado se preocupó por refaccionar su catedral y le hizo construir la torre del reloj.

Pero aún faltaba el incendio del 1 de diciembre de 1844 que logró calcinar la bóveda destruyendo los retablos de madera tallada. El siniestro obligó a replantear la reedificación de la Catedral. Se suprimió eclesiásticamente el templo de San Juan y se extendió el de la Catedral hasta tener la extensión que hasta ahora conserva. Todos los trabajos fueron realizados por el maestro Lucas Poblete en 1848. Fue el criterio de este maestro que imperó para tachonar su atrio de columnas.

El terremoto del 13 de agosto de 1868 volvió a dañar el edificio de la Catedral, siendo reparada por el mismo Lucas Pobrete, pero no logró restablecerle el tímpano triangular que tenía grabados a los Doce Apóstoles. El timbre triangular fue repuesto después de 1940.

Los terremotos de 1958 y 1960 dañaron las torres, reparándose únicamente, en la década de 1980, la del reloj. Finalmente el terremoto del 21 de junio del 2001 hizo caer la torre que da a las calles Santa Catalina y San Agustín y dañar la del reloj. Su posterior restauración fue el símbolo del orgullo de Arequipa, en la que empeñó su personal contingente el alcalde Juan Manuel Guillén Benavides.

Actualmente, al interior de la Catedral se viene efectuando una importante obra, adecuando la Capilla que fue destinada a la Virgen de Lourdes en 1891 por mandato testamentario de Mariano Aguirre, para que sirva de Oratorio permanente de la Eucaristía. Un hermoso retablo de madera ejecutado por el hermano juandediano David Cabrera Farfán acogerá al baldaquín en el se colocará la Custodia con el viril para la Hostia consagrada. La imagen de la Virgen de Lourdes permanecerá en el mismo ambiente al costado del altar eucarístico.
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Capillas y vitrales en la Catedral de Arequipa
Capillas y vitrales en la Catedral de Arequipa
Dante E. Zegarra López

Alrededor de las naves laterales de la Basílica Catedral de Arequipa se levantan nueve altares, además de la Capilla del Señor del Gran Poder.

El último altar que ha sido erigido en el primer templo de Arequipa, corresponde al dedicado a la Beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Este guarda el mismo estilo de los otros.
Desde el lado de la Sacristía hacia el Coro donde se encuentra el Órgano los altares están dedicados a Jesucristo, la Virgen María en su advocación de la Medalla Milagrosa, Corazón de Jesús.

Desde el Coro hacia el Oratorio Eucarístico y Capilla de la Virgen de Lourdes están dispuestos los altares dedicados a la Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, San Francisco de Paula, Virgen de las Nieves, Sagrada Familia y a Nuestra Señora de la Asunta.

En el borde superior de las paredes catedralicias existen ventanas con vitrales. Partiendo de la esquina donde se encuentra la Sacristía hacia la Sala de los Canónigos o Capitular están dispuestos los vitrales que representan a San Jerónimo (sobre el altorrelieve del evangelista San Juan), Santo Toribio de Mogrovejo, San Francisco Solano, San Pedro, San José (sobre la puerta que lleva al Pasaje de la Catedral), San Agustín, Santa Rosa (sobre la puerta de la Sala Capitular y el altorrelieve de San Mateo) está el vitral de Santa Rosa de Lima.

Partiendo del lado derecho del Órgano, sobre la puerta que tiene el altorrelieve del evangelista San Marcos está el vitral que representa la Cruz de Cristo, luego los vitrales de la Virgen de Chapi, San Francisco de Paula, Santa Marta, San Francisco de Asís, San Martín de Porras y finalmente sobre la puerta del nuevo Oratorio y Capilla de la Virgen de Lourdes y sobre el altorrelieve del evangelista San Lucas se encuentra el vitral dedicado a Santo Tomás.

Los Doce Apóstoles
Instalados sobre las repisas adosadas a los pilares que forman los arcos que separan simbólicamente las naves laterales de la nave principal de la Catedral, están unas bellas tallas en madera hueca que corresponden a los Doce Apóstoles. Esta obra de Stefano Valle F., fue realizada en 1853, aunque llegaron a Arequipa después de 1860.
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Las mujeres de los fundadores
Las mujeres de los fundadores
Dante E. Zegarra López

Poco o nada se sabe o se ha difundido sobre las mujeres que estuvieron en la fundación en los primeros años de vida de Arequipa.

El examen del Protocolo de Luque, que contiene las escrituras públicas más antiguas asentadas en la jurisdicción de Arequipa, permite reconstruir quienes fueron esas mujeres, o por lo menos quienes fueron las esposas de los fundadores.

Juan de la Torre, es sin duda alguna el vecino fundador de Arequipa que tuvo más compromisos matrimoniales. Él estuvo primero casado en España con Catalina de la Feria, quien no llegó a pisar tierra arequipeña por muerte. Luego se casó con Ana Gutiérrez y finalmente con Beatriz de Casillas y Padilla.

La contraparte femenina la tiene Lucía de Padilla, quien fue mujer del vecino fundador de Arequipa Juan de San Juan. Muerte este casó sucesivamente con Hernando de Rivera, Pedro de la Cruz Aedo y Jerónimo Pacheco. Incluso quedó viuda de éste y fundó junto con su hija Isabel, a finales del siglo XVI, el monasterio de “Nuestra Señora de los Remedios” y que tras la ruina que quedó la ciudad con la erupción del Huaynaputina en febrero del 1600 y el terremoto de 1604, fue trasladado al Cusco, donde existe desde entonces con el nombre de Santa Catalina.

Entre los fundadores que tuvieron más de un compromiso matrimonial figura el Escribano de Cabildo Alonso de Luque, quien sentó el Acta de Fundación de la Ciudad el 15 de agosto de 1540. El estuvo casado inicialmente con Beatriz de Torres, quien murió en el camino de España a Arequipa y luego con Isabel de Vega Sarmiento. Además, tuvo numerosas concubinas en su encomienda en Chuquibamba.

Igualmente con dos matrimonios figura Hernán Bueno quien primero casó con Beatriz García, muerta esta lo hizo con Jerónima de Arana.

Entre las parejas de los vecinos fundadores rescatados figuran:
Lope de Alarcón casado con Jinesa Guillén recordada por su actuación en la encomienda que tuvieron en los Arones (Condesuyos); Alonso Buelta con Francisca Navarrete; García Manuel de Carvajal con Luisa Vivar; Miguel Cornejo con Leonor Mendez; Pedro Godinez con Juana de Ocampo; Juan López de Recalde con Doña Leonor (probablemente nativa).

María de Mendoza fue la mujer de Gómez de León; María de Ávalos de Lucas Martinez Vegaso; Catalina de Vergara lo fue de Noguerol de Ulloa; María Cárdenas de Hernando de Silva, Leonor de Guzmán fue esposa de Fernando (Álvarez) de Carmona y una segunda María de Mendoza estuvo casada con Francisco
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El cronista de los incas fue fundador de Arequipa
El cronista de los incas fue fundador de Arequipa
Dante E. Zegarra López

Mientras que por un lado quedó descartado que Cristóbal de Peralta, uno de los Trece de la Isla del Gallo, fuese fundador de Arequipa, por otro se ha comprobado que el cronista del Tahuantinsuyo, Juan Diez de Betanzos si lo fue.

Los minuciosos estudios de las escrituras públicas suscritas por los primeros pobladores españoles de Arequipa en la época de la fundación han determinado descartar a 48 supuestos fundadores y reconocer tal condición a otros 22.

Entre los que han sido considerados por primera vez como fundadores de Arequipa, en el estudio realizado por el profesor Helard Fuentes Rueda, director del Archivo Regional de Arequipa, figura como queda dicho, Juan Diez de Betanzos, quien en 1551 escribiera “Suma y Narración de los Incas”. Esta obra conocida en forma íntegra, recién a fines de la década del 80 del siglo pasado, compendia la historia de los incas, de cuyo linaje provenía su mujer.

Juan de Betanzos o Juan Diez de Betanzos luego de estar en Arequipa se estableció en el Cusco donde gracias a su dominio del quechua pudo obtener valiosa información sobre el Tahuantinsuyo.

De esta forma Arequipa ha tenido como fundadores a dos cronistas, el mentado Juan Diez de Betanzos y Pedro Pizarro, el cronista de la Toma de Cajamarca y la prisión de Atahualpa. A ellos hay que agregar a Juan de Alcobaza, por la natural influencia que debió haber ejercido en la vida del Inca Garcilazo de la Vega, de quien fue su ayo, es decir su maestro y mentor. Poco afecto a los negocios, según se desprende de las escrituras públicas de la época, que lo distinguía de los otros fundadores, corrobora la apreciación que su distinguido discípulo, el Inca Garcilazo de Vega tenía, de ser un hombre de espíritu elevado, dado poco al aspecto material que dominaba a los españoles que llegaron al Perú.

Junto a Betanzos, entre los recién conocidos como fundadores de Arequipa figuran hasta dos posibles extranjeros, es decir no españoles. Uno de ellos fue Jorge Griego nacido en la localidad de Candía, actual Heraklion, capital de la isla de Creta, que en aquel momento era posesión de la Serenísima República de Venecia, patria también de Doménikos Theotokópoulos, “El Greco”.

El otro es Cristóbal Folego, quien probablemente fue de origen portugués. La palabra Folego en portugués significa “aliento”.

Entre los fundadores de Arequipa recién destacados figura Diego García de Villalón, un navegante que partió hacia la conquista de Chile con Pedro de Valdivia y que por sus servicios recibió la encomienda de “Peuco” en la zona que ahora se conoce como Viña del Mar.
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¿Quiénes fueron los primeros alcaldes?
¿Quiénes fueron los primeros alcaldes?
Dante E. Zegarra López

Un nuevo terremoto en la historia de Arequipa, ha planteado el profesor Helard Fuentes Rueda, director del Archivo Regional de Arequipa.
El, un destacado paleógrafo que desde hace 30 años estudia los documentos notariales más antiguos conservados hasta nuestros días, ha planteado un serio cuestionamiento a la idea de que Juan de la Torre, fuera uno de los dos primeros alcaldes de Arequipa, como hasta ahora se ha venido sosteniendo. Hasta antes de la Independencia los Cabildos de las Ciudades elegían a dos alcaldes. Inicialmente fueron denominados de Primera y de Segunda Nominación y posteriormente a finales del siglo XVIII alcaldes de Vecinos y de Ciudadanos.
Para plantear la duda exhibe el análisis de dos escrituras de poder dadas por el Cabildo, la primera en Camaná y la segunda en Arequipa. En ninguna de las dos figura el fundador Juan de la Torre como alcalde. Recién aparece como tal en 1541. Juan de La Torre fue uno de los Trece de la Fama que decidieron proseguir la conquista de nuevas tierras al sur de Panamá.
En la escritura de Poder que el Cabildo de la Villa Hermosa da el 3 de abril de 1540 al alcalde García Manuel de Carvajal para que en la ciudad de los Reyes los represente ante el Gobernador Francisco Pizarro el Cabildo estaba formado así:
Alcalde Mayor: Alonso de Cabrera
Alcaldes: Pedro Barroso y García Manuel de Carvajal
Regidores: Hernando de Silva, Hernando de Torres, Gomes de León, Luis de León, Lucas Martínez Vegaso y Andrés Ximenes.
Alguacil: Martín López de Carvajal

El primer cuerpo edil que funcionó en el valle de Arequipa, según la escritura de Poder que firma el Cabildo, en el valle de Arequipa el 11 de octubre de 1540 está conformado de la siguiente forma:
Teniente e Capitán de Gobernador: García Manuel de Carvajal
Alcaldes: Juan Flores y Pedro Barroso
Regidores: Luis de León, Gomes de León, Hernando de Torres, Francisco de Montenegro, Andrés Ximenes y Hernando de Silva
Alguacil: Martín López de Carvajal.
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Éstos son los fundadores de Arequipa
Éstos son los fundadores de Arequipa
Dante E. Zegarra López

La relación de los 89 fundadores de Arequipa que han sido identificados por el profesor Helard Fuentes Rueda, conservando la forma como se identifican y firman en las primeras escrituras públicas realizadas en Camaná y Arequipa es, en orden alfabético, la siguiente:

Fundadores conocidos y confirmados:
1. Alonso de Aguilar
2. Gonzalo de Aguilar
3. Lope de Alarcón
4. Juan de Alcobaza
5. Juan Alexandre
6. Nicolás de Almazán
7. Gonzalo Alvares
8. Baltazar de Armenta
9. Juan de Arves
10. Juan de Baeza
11. Pedro Barrozo
12. Pedro Benitez
13. Baltazar de Biedma
14. Rodrigo Bravo
15. Alonso Buelta
16. Hernán Bueno
17. Diego de Canpos
18. Juan Cansino
19. Alonso de Carmona
20. Fernando (Alavarez) de Carmona
21. García Manuel de Carvajal
22. Melchor de Cervantes
23. Miguel Cornejo
24. Juan Crespo
25. Antón Domingo
26. Juan Flores
27. Pedro de Fuentes
28. Pedro Godinez
29. Francisco Gomes
30. Diego Hernández
31. Pedro Hernandes
32. Juan de Herrera
33. Gomes de León
34. Luis de León
35. Juan López de Recalde (o Ricalde)
36. Martín López de Carvajal
37. Alonso de Luque
38. Francisco Madueño
39. Fray Diego Manso
40. Bachiller Alvaro Marín
41. Diego Martín
42. Lucas Martínez Vegaso
43. Luis Mendez
44. Pedro de Mendoza
45. Francisco de Montenegro
46. Juanes Navarro
47. Francisco Noguerol de Ulloa
48. Alexo Núñez
49. Francisco Pinto
50. Pedro Pizarro
51. Juan Ramírez
52. Alonso Rodríguez Picado
53. Juan Romo
54. Alonso Ruiz
55. Francisco Sanches
56. Juan de San Juan
57. Hernando de Silva
58. Juan de la Torre
59. Hernando de Torres
60. Andrés de Valderrama
61. Hernando Valera
62. Francisco de Villafuerte
63. Fernando de Villalobos
64. Capitán Andrés Ximenes
65. Garcy Xuarez
66. Lope de Ydiaques
67. Pedro Yres

Fundadores hasta ahora desconocidos:
1. Bartolomé Bejarano
2. Rodrigo de Cabrera
3. Gonzalo de Checa
4. Juan Diez de Betanzos
5. Cristóbal Folego
6. Diego García de Villalón
7. Hernando Gavilan o Gavian
8. Jorge Griego
9. Antonio Leyzalde
10. Gines Marquez
11. Francisco Martínez
12. Diego Núñez
13. Francisco Osorio o de Osorio
14. Martín Pablos
15. Antonio Ribera
16. Juan de Salinas (¿)
17. Antonio Serrano (¿)
18. Pedro de Sevilla
19. Francisco de Toledo (¿)
20. Propio Valentyn
21. Joan Velez (¿)
22. Juan Zapata
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Sólo fueron 89 los fundadores de Arequipa
Dante E. Zegarra López

Contra las afirmaciones generalizadas de trabajos anteriores que señalaban que el número de fundadores de Arequipa superaban el centenar, ha surgido la opinión del historiador Helard Fuentes Rueda, actual director del Archivo Regional de Arequipa.

Tras un amplio trabajo de treinta años de estudios y lectura de los protocolos de los primeros escribanos de Arequipa, ha llegado a la conclusión que el número de fundadores de Arequipa es de 89.

Incluso este número presenta algunas dudas que espera se pueda despejar con información que pueda obtener en archivos españoles.

El profesor Fuentes Rueda, destacado especialista en paleografía, ha leído y fichado cada una de las más de 400 fojas del Protocolo de Luque. Este protocolo se encuentra guardado en el Archivo Histórico Municipal y contiene las escrituras realizadas en los valles de Arequipa y Camaná, por los primeros españoles que se asentaron en estas tierras entre 1539 y 1544.

El análisis realizado sobre las escrituras contenidas en el Protocolo de Alonso de Luque, el primer Escribano de Cabildo de Arequipa, le ha permitido al profesor Fuentes Rueda desechar a 48 personajes, que figuraban en obras del Canónigo Santiago Martínez y del mercedario Manuel Barriga.

La relectura paleográfica del más antiguo protocolo de escrituras públicas le ha permitido comprobar la existencia de errores por una mala trascripción de la difícil letra del primer escribano de Cabildo de Arequipa, Alonso de Luque. También le ha posibilitado descubrir los nombres de otros 22 que fueron ignorados.

El actual director del Archivo Regional de Arequipa ha publicado medio centenar de artículos sobre investigaciones históricas de Arequipa en diferentes medios periodísticos y especializados.

Destacan entre ellos: El origen de la escribanía pública en Arequipa; La documentación producida por los Escribanos arequipeños durante el proceso de la Independencia del Perú; Arequipa y la expediciones descubridoras en el siglo XVI, De aquí partieron expediciones a Chile y al Mar del Sur y, Disquisiciones en torno a la fundación de Camaná. ¿Quiénes estuvieron en la Villa Hermosa en 1540?; Alonso y Gonzalo de Aguilar: Fundadores de Arequipa; El teatro en Arequipa del siglo XVI; La Pontezuela: símbolo de Arequipa revolucionaria; Juan de Alcobaza, maestro de dos cronistas; Música y músicos de Arequipa colonial, Los "donjuanes" chapetones; Los "extranjeros" en Arequipa, y el "encontronazo" de dos mundos; Arequipeños en la primera sublevación criolla de América con Ubalde y Dongo; Arequipa y sus cronistas quechuas y aimaristas del siglo XVI; La paleografía en la Historia de Arequipa; "Corregimiento de Arequipa; Catálogo de Causas Civiles y Penales" y "Documentos sobre Puno en el siglo XVI".